Uno de mis highlights del verano ha sido leer La hermana menor. Un retrato de Silvina Ocampo, de Mariana en Enríquez. Esta biografía de la hermana pequeña de las Ocampo, familia aristócrata e intelectual argentina, es la condensación de la vida de una mujer que siempre pareció vivir a la sombra de otros. Pintora, escritora, poeta, rica en general, Silvina Ocampo estuvo casada con el escritor Alfonso Bioy Casares y fue la hermana pequeña de Victoria Ocampo, celebrada feminista argentina, entre muchas otras cosas.
El último párrafo del libro, que describe el lugar donde está enterrada Silvina, me parece bien revelador del estado de su recuerdo:
Silvina Ocampo está enterrada en la bóveda familiar, que no tiene ninguna placa que lleve su nombre. Quien no sepa que su cuerpo está allí, no tendrá indicios para descubrirlo. Por fuera solo se ven las placas con los nombres de Victoria y Angélica Ocampo, y las fechas de nacimiento y la muerte del padre.
No hay -todavía- nada que mencione a la hermana menor.
El libro es exactamente lo que promete: un retrato. Mariana Enríquez recorre con neutralidad su vida desde la infancia hasta la muerte. Se nutre de anécdotas, entrevistas, fotografías, investigaciones personales, libros y la propia obra de Silvina. El resultado es una biografía estupenda, un trocito de la literatura argentina que viene a dejar una cosa clara: Silvina Ocampo era una mujer extraordinaria.
Hay una anécdota en concreto, mencionada en el libro, que me gusta mucho. Sylvia Molloy, escritora argentina, cuenta una pequeña desavenencia que tuvo con Silvina.
Atentas:
Aquella tarde le conté a Silvina que estaba por salir mi novela y me preguntó con esa inconfundible enunciación suya cómo se llama. "En breve cárcel", le dije. Se quedó pensando ladeando la cabeza con un gesto muy suyo: "No me gusta", fue el dictamen. Molesta, le contesté que a mí sí me gustaba y que además era demasiado tarde para cambiarlo. Por otra parte, le dije, pretensiosa, es una cita de Quevedo. "¿Cómo me dijiste que era el título?", me dijo al rato. "En breve cárcel", le contesté secamente, ya bastante irritada. "Ah", me dijo, "yo había entendido En breve cáncer." No es que En breve cáncer le pareciera un disparate; simplemente no le gustaba. Y me lo decía. Había logrado desinflar tanto mi ego como mis pretensiones literarias, no para ponerme en mi lugar, como se dice vulgarmente, las maniobras autoritarias eran del todo ajenas a Silvina, sino para hacerme ver otras posibilidades, nada más, con esa simplicidad que era una de las formas más complicadas, acaso la más implacable, de su irreverente inteligencia.
Yo acabo de publicar un libro.1 Si una amiga, por amiga que sea, viniera a decirme que mi libro no le ha gustado, es más que probable que me pillara un rebote y le respondiera algo en la línea de “al menos no soy una estúpida cagona como tú”. Entendería que sus intenciones son buenas: darme esa famosa crítica constructiva para que escriba mejor, y me vayan mejor las cosas. Pero mira, así es como encaja uno las críticas. Por eso no leo reseñas en Goodreads, porque lo llevo regular y porque en el fondo, son para los lectores, no para la autora.
Hace poquito les escuché a las coquetas y bravas que “la sinceridad sin empatía es crueldad”. Me gustaría saber que opinaría Silvina de eso.
Mi conclusión, banal, simplista: no siempre hay que ser sincera. A veces hay que asentir y decir “¡Qué título tan bonito!”, o simplemente callar y sonreír. Ya lo dice la sabiduría popular: si no puedes decir nada bueno de alguien, no digas nada. ¿O acaso nuestra opinión vale más que los sentimientos de alguien?
📋 Las cosas
El boletín de Juan Luís Sánchez, periodista de El diario. Todos los días, bien tempranito, te manda un correo con las más importantes del día y alguna que otra curiosidad. Literalmente lo leo todas las mañanas.
Los surcos del azar, la obra magna de Paco Roca sobre los exiliados de la Guerra Civil española que lucharon en la Segunda Guerra Mundial. Un trabajo de investigación y una obra de arte. Es un poco caro, pero vale cada euro.
El podcast Si no sabéis de mí. Un trabajo excelente sobre Martín, un chaval que fue de voluntario a luchar en la guerra de Siria y ahora quiere volver a España. Ahonda en las razones de lucha de los voluntarios internacionales en distintas épocas, de la legalidad de esta figura, de las consecuencias psicológicas acabado el conflicto y sobretodo, del caso de Martín. Llevo la mitad, pero por ahora, está siendo muy interesante.
Si tienes la suerte de leer esto el 4 de septiembre, hoy es el último día en el que todos los ebooks de la Editorial Dorna están a un cochino euro. Con el cupón 4aniversario. Yo me he pillado unos cuantos y os recomiendo que vosotras lo hagáis también.
Severance, la serie de ciencia ficción de la que todo el mundo habla2. Efectivamente, es muy buena.
Los libros de actividades de Blackie Books. Estoy enganchado. Son como los crucigramas clásicos pero para hipsters barceloneses.
Esta canción. Una de mis canciones favs. Es como cuando estás triste y te dan un abrazo.
💻 Los tuits
Aquí tenéis. Mis tuits favs de la semana. Disfrutadlos.
👋 Adiós
Tres cosas que te cuento sobre mí:
He decidido teñirme el pelo de rubio platino. ¿Os acordáis de aquel boletín que os escribí sobre el pelo? Os cito: “Quería hacerme un mullet y tintarme de rubio, pero lo admito: no tengo cojones. Y además, las cosas no me van tan mal.” Parece que me han crecido los cojones.
La semana que viene me vuelvo a Aberystwyth. Me da un poco de pena porque siempre me da pena irme de España, pero especialmente ahora que el Reino Unido, entre guerras, brexit y desgobierno, está hecho un desastre.
Si no te suscribes, y/o compartes este post, y/o me compras el libro, y/o me sigues en cualquiera de mis redes, vas a tener problemas. Problemas serios. Conmigo. Es broma, jaja, no vas a tener ningún problema tú haz lo que quieras, amiga, que para eso eres una persona LIBRE, ¿¡me oyes!? LIBRE.
Un libro chulísimo sobre un perro alien que se llama Cartas agupianas, y que puedes comprar aquí.
Todo el mundo = las voces de mi cabeza