Alan Pauls, en su novela Historia del pelo (Anagrama, 2010), escribe:
No pasa día sin que piense en el pelo. Cortárselo mucho, poco, cortárselo rápido, dejárselo crecer, no cortárselo más, raparse, afeitarse la cabeza para siempre. No hay solución definitiva. Está condenado a ocuparse del asunto una y otra vez. Así, esclavo del pelo, quién sabe, hasta reventar. Pero incluso entonces. ¿O no ha leído que…? ¿No les crece el pelo también a…? ¿O eran las uñas?
¿Veis este párrafo? Pues ahí estoy yo. Retratado. Y estoy seguro que vosotras, amigas mías, también.
Siempre he tenido una relación especial con mi pelo, casi conflictiva, con mi pelo. Pero no soy tan ingenuo como para creer que soy el único. Como bien dijo Phoebe Waller-Bridge en una de mis escenas favoritas de Fleabag1, hair is everything, y tiene razón.
El pelo lo es todo. No solo juega un papel importantísimo en nuestra autoestima (¿quién no ha llevado un gorro alguna vez porque ha tenido un bad-hair day?), también es fuente de complejísimas cuestiones socioculturales (pensad en el hijab, por ejemplo) y políticas (la coleta de Pablo Iglesias2).
Precisamente por todo esto, que siempre he sospechado pero sobre lo que raramente reflexiono, llevo un tiempo siendo muy consciente de cómo luce mi pelo y lo que transmito con él. Y también por eso, siempre me ha dado un poco de palo cortarme el pelo en Reino Unido.
Me mudé aquí en 2019, y solo me he cortado el pelo aquí dos veces. La primera, en febrero de 2020. La segunda, hoy. Durante estos tres años, básicamente:
No me he cortado el pelo
Me he cortado el pelo solo cuando iba a España, en mi peluquería de confianza y con mi peluquero de toda la vida, Pedrito.3
Esto me ha llevado a tener el pelo bastante largo paar mis estándares. No tanto porque quisiera dejármelo largo sino porque no tenía la energía necesaria para enfrentarme a un cambio de estilo radical.
¿Sí o no? Cuando te cambias el pelo, cambias un poco tú. Algo que a mí no siempre me apetece y otras veces necesito. Por eso Carrie Bradshaw se tintó el pelo cuando lo dejó con Big en la película de Sexo en Nueva York, por eso durante un tiempo mi life motto fue “si todo sale mal, volveré a cortarme el pelo”. Porque al mirarte en el espejo y verte con un estilo nuevo, diferente y con el que te sientes cómoda, una se percibe y se entrega a la vida de otra manera.
Esto mismo debió pensar Frida Kahlo, que se autorretrató con el pelo corto justo después de divorciarse de su marido Diego Rivera.
Sobre esta pintura, la historiadora del arte Marga Fernández-Villaverde, dice:
En pleno ataque de furia, se había cortado la larga melena que tanto le gustaba a su marido y orgullosa de su hazaña se presenta al mundo como “pelona”, dedicándole a su ex los versos que vemos arriba del todo, pertenecientes a una canción popular mexicana: “Mira que si te quise, fue por el pelo. Ahora que estás pelona, ya no te quiero”.
Esto demuestra principalmente que Frida también compartía mi filosofía sobre el pelo: un cambio de imagen, particularmente esos del cabello, denotan un cambio de actitud, una declaración de intenciones.
Yo me he cortado el pelo esta mañana. No tengo muy claro cuál es mi declaración de intenciones, ni mi cambio de actitud. Porque si todo sale mal, volveré a cortarme el pelo, pero a mí todo me va bien, así que me he cortado el pelo solo por si acaso, que nunca está demás.
Si quieres ver lo guapo que me han dejado, lo he subido a mí Instagram.
Quería hacerme un mullet y tintarme de rubio, pero lo admito: no tengo cojones. Y además, las cosas no me van tan mal.
Ya me lo haré cuando me echen del curro por escribir estas mierdas en mi horario de trabajo. Es decir, pronto.
Si no has visto Fleabag, también conocida como la mejor serie del mundo, sinceramente no podemos ser amigas y tengo que pedirte que te marches. Lo siento. (Es broma, no te vayas, pero ponte a ver Fleabag)
Sobre esto, un apunte más: Chimamanda Ngozi Adichie, una escritora nigeriana, comentó hace un tiempo la frase lapidaria: “Si Michelle Obama hubiera tenido el pelo rizado, Obama nunca hubiera sido presidente”. Pa darle una vuelta.
De hecho, aquí tenéis una foto del mendalerenda con el gran Pedro, porque sé que sois unas COTILLAS.