Aberystwyth no es exactamente Kimberly Clark Weymouth
Te hablo de Aberystwyth, la ciudad donde vivo, y del último libro de Laura Fernández, que no sé si me ha gustado mucho.
Me mudé al Reino Unido en 2019. Me mudé porque me salió un curro y yo, recién acabado el máster de profesor, sólo me quedaba el camino de las oposiciones, y yo quería más, yo quería AVENTURA.
Y joder si tuve aventura.
Mi plan era brillante:
Año 1.
Trabajar por la tarde dando clases de español
Prepararme para acceder a un máster de literatura comparada
Año 2
Hacer el máster por la mañana y dar clases por la tarde. Tirado.
Ser EL PUTO AMO de la literatura comparada
Año 3
Disfrutar de mis éxitos académicos
Prepararme para el doctorado
Año 4
Empezar el doctorado y ser EL PUTO AMO un día más
No sé si os acordáis, pero en 2020 pasó eso de la pandemia del COVID19 que hizo con mis planes lo que he hecho yo esta mañana con la manzana que he desayunado: devorarla y tirar los restos a la basura.
A mitad del año 1 tuve que volverme a España porque el covid me quitó el curro (no era un gran curro). Pero yo me empeñé en seguir con el plan y empecé el año 2 haciendo el máster que quería en una universidad que quería y trabajando con las tardes. Pero online. Y con un principio de depresión bastante preocupante.
Un día, entre lecturas del máster y clases de español vi una oferta en la Universidad de Aberystwyth para dar clases de español.
—¿Aberystwyth? ¿Dónde está eso? ¿En Suecia?
No, está en Gales. Mira, aquí, que no te enteras1:
Yo en ese momento estaba cerca de Birmingham, y con bastantes ganas de un cambio en mi vida. Así que cuando la vi la oferta no me lo pensé y mandé mi CV y mi carta de presentación.
Por supuesto, a esas alturas ya llevaba unas cuantas ofertas de trabajo rechazadas, así que no esperaba que me fueran a coger.
Pero me cogieron, claro que me cogieron, y en diciembre de 2020 me vi en la situación de tener que decidir si, con mi inestable salud mental, estaba en condiciones de hacer las maletas y empezar de 0 en un sitio en el que no conocía a NADIE. Y en mitad de una pandemia en el que el contacto físico estaba reducido al mínimo.2
Pero os voy a decir una cosa: ese es el mejor momento para empezar de cero.
Empecé el 2022, cumpliendo mi primer año en Aberystwyth, leyendo La señora Potter no es exactamente Santa Claus, de Laura Fernández.
El libro es un puto delirio. Un ladrillo de 800 páginas que han descrito muy convenientemente como “la gran novela hipster”. No sé si me ha gustado. A veces lo disfruté mucho, otras se me hacía pasado. Le escuché decir a la autora que el libro se le hizo un poco agresivo de escribir al final. Lo entiendo. Yo sentía esa agresividad de vez en cuando.
No es un mal libro, eh. Pero desde luego no es para todo el mundo. Esta fue mi reseña en Goodreads, por si tienes curiosidad.
El argumento es demasiado complejo para resumirlo en una línea. Trata de un señor que quiere vender su casa, de un muchacho que es dueño de una tienda de souvenirs, que perdió a su madre y que quiere dejar el pueblo, y sobre un pueblo que no le deja marcharse, Kimberly Clark Weymouth. Por ponerlo simple, aunque de simple no tiene nada.
Hay muchas cosas que recordaré del libro, entre ellas, Kimberly Clark Weymouth, el lugar donde ocurre la mayoría de la acción. Es un lugar peculiar. Antes de que Louise Cassidy Feldman decidiera ambientar ahí su novela más famosa, Kimberly Clark Weymouth era solo un pueblo más. Pero ahora es una extensión de la novela, un trocito de ficción en la realidad, que vive de los turistas que visitan el pueblo. Además, todos los habitantes están obsesionados con Las hermanas Forest investigan, una serie de televisión sobre… dos hermanas… que… investigan casos de misterio. Por si no teníamos suficiente, una pareja de escritores de terror se instala en el pueblo para escribir su siguiente novela. Y todos los vecinos tienen que fingir que la casa en la que se han instalado está encantada.
Y esto solo es la punta del iceberg.
En fin. Como he dicho, es una novela peculiar. Inolvidable. Como Kimberly Clark Weymouth.
Una de las cosas que pensaba mientras leía es que Aberystwyth también era una suerte de Kimberly Clark Weymouth. Que yo también vivía (y vivo) en un sitio peculiar.
Hay muchas cosas que hacen a Aberystwyth peculiar.
Para empezar, está completamente aislada de todo. Te animo a buscarlo en Google Maps. En serio, mira, este es el link, para que vayas. Alrededor no hay nada. Las ciudades más grandes (Birmingham y Cardiff) están a unos 200 kilómetros, unas tres horas en coche. Eso convierte a Aberystwyth en el centro neurálgico de toda la actividad rural que le rodea. Que es más bien poca. Así que es como una capital de provincia, pero chiquitilla. Una aspirante a ciudad.
Tiene poca actividad portuaria, porque el mar al que está pegado siempre ha sido bastante bruto.
La ciudad destaca por tres cosas: La Universidad, que trae 8.000 estudiantes al año y bastantes profesores e investigadores; sus playas, que traen a (unos pocos) turistas3; y su hospital, que trae a bastantes currantes de la salud.
La Universidad es un poco nuestra Señora Potter, amada y odiada a partes iguales por poner a Aberystwyth en el mapa. Fundada en 1872, es una de las mejores universidades de Gales. Si buscas la Universidad en Google verás imágenes del Old College, el antiguo centro de la institución que está actualmente en reparaciones. En realidad, el auténtico centro de la Universidad es el Campus de Penglais, bastante más reciente y moderno.
Es pequeña, pero inacabable. Siempre que sales a dar un paseo encuentras algo que no habías visto nunca antes. Un bar nuevo, una tienda de muebles, una nueva charity shop4. La ciudad abre y cierra tiendas a una velocidad vertiginosa. Mi tienda favorita de la ciudad abrió en septiembre y acaba de cerrar. Otra tienda abrirá ahí pronto. Así es la ciudad.
La ciudad está entre lo rural y lo urbano. En el centro tienes un KFC y un Starbucks, pero si caminas un kilómetro fuera del pueblo, te encuentras unas cuantas ovejas pastando.
En Aberystwyth está la Biblioteca Nacional de Gales, un edificio tochísimo en lo alto de una colina que alberga manuscritos antiguos. Durante la Segunda Guerra Mundial, se guardaron aquí manuscritos de otras universidades británicas, y se dice que también se guardaron las joyas de la reina durante el bombardeo de Londres.5
Está congelada en el tiempo. Existen tiendas y establecimientos que en una gran ciudad habrían desaparecido hace mucho, barridas por el poder de las grandes franquicias. Pero aquí apenas hay grandes franquicias, por lo que todavía existen establecimientos como el Commodore Cinema, un cine CON TELÓN, o tiendas de electrónica, donde venden deuvedés. Qué cojones.
Es un prodigio de la naturaleza. Aberystwyth tiene, por un lado el mar, que te regala atardeceres mágicos, y por otro lado monte hasta que te canses. Los días que hace bueno, puedes ir a dar un paseo por la montaña mientras atardece para sentir que estás en una película, en un momento trascendental de tu vida.
Aberystwyth tiene muchas cosas malas. Por ejemplo, coger un vuelo desde aquí es imposible, el transporte público en Gales es más que deficiente y no hay restaurantes de sushi. Entiendo que a mucha gente no le guste. Hace poco, una persona que conozco y que ha vivido aquí unos me dijo que cuando tenga que marcharse no echará de menos la ciudad, que no habrá nada que recuerde. Yo no lo comparto. Aberystwyth me salvó de muchas cosas en un momento un poco chungo y le tengo cariño. Cuando me marche, echaré de menos los atardeceres, las tiendas que cambian, el college abandonado y las ovejas pastando.
No tengo ni idea de dónde voy a estar dentro de un año, porque ya hace tiempo que dejé de planificarme mi vida por años. Pero sí os puedo decir que nunca en mi vida voy a estar en un sito tan extraño, tan peculiar y tan especial como Aberystwyth.
A no ser que me den curro en Kimberly Clark Weymouth.
¿Se necesitan profesores de español en Kimberly Clark Weymouth?
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Venga, hasta la próxima
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Yo digo muchas cosas y no todas son verdad
Y se pronuncia “aberistwiz”. De nada.
¿Os acordáis de diciembre 2020? Yo sí.
Solían traer más en el pasado. De hecho, en el siglo XIX, Aberystwyth era considerado “el Brighton de Gales”. Para la gente de Gales e Inglaterra que no pueden permitirse ir a Brighton, o Mallorca, o Benidorm, Aberystwyth es una opción maravillosa.
Tiendas de caridad en las que se recaudan dinero para alguna causa vendiendo artículos de segunda mano. Son muy populares en el Reino Unido.
Fuente: me lo contó un señor en un bar.