Llevo, aproximadamente, desde 2020 sin poder concentrarme bien. Creo que fue la pandemia. Algo en aquellos meses de observación constante a una pantalla, de buscar respuestas en redes sociales, de comunicarnos a través de ese cristal penoso, me hizo cotocró y me dejó incapacitado para la atención.
Ahora me siento a trabajar y una simple tarea, como escribir un correo, o leer un artículo, me lleva un buen rato. Voy saltando de una cosa a otra, de pensamiento en pensamiento, de ventana en ventana. Empiezo a escribir un correo, miro el móvil, lo cierro, sigo con la tarea, me llega otro correo, lo leo, me pongo a contestar, miro el móvil otra vez, lo cierro, vuelvo al correo original, miro el móvil, pierdo un rato leyendo un hilo en Twitter sobre la muerte de, no sé, digamos George Floyd, decido investigar más sobre el tema, hago una búsqueda en Google, leo alguna cosa por encima… pienso que necesito un nuevo aspirador, me meto a buscar aspiradores, joder qué caros, necesito un nuevo trabajo, busco trabajos nuevos en LinkedIn… recuerdo que tengo un correo (no, ¡dos!) que responder, vuelvo al correo original, escribo, escribo, escribo, lo reviso, y lo mando. Es la hora de comer, a descansar, que es muy importante.
Y así.
Lo he estado hablando con amigas, y creo que no soy el único. De hecho, creo que es el signo de los tiempos. Que estamos todas en el mismo barco. Cada vez nos distraemos más porque vivimos rodeados de distracciones: la tecnología, con la que estamos obligados a trabajar, es una máquina de notificaciones que nos apartan de lo que estamos haciendo y nos impiden concentrarnos.
La autora y profesora británica Julia Bell también se ha dado cuenta de esto y ha escrito Atención radical (Alpha Decay, 20211), una mezcla de ensayo y biografía que reflexiona sobre el impacto de la tecnología en nuestra vida, nuestra atención, y nuestra sociedad más largamente. “La máquina se metido en mi cabeza; sus estructuras imprimen su sello en mi conducta, adiestrándola”. Ligeramente tecnófobo y extremadamente esclarecedor, este pequeño libro de menos de cien páginas es uno de esas lecturas obligatorias para todo aquel preocupado por las consecuencias de la tecnología en nuestras vidas, en nuestros cerebros, en nuestros cuerpos. Da en el clavo, sucintamente, de muchos de los problemas que tenemos como sociedad generados por una mala praxis tecnológica.
Y uno de esos problemas es nuestra falta de atención. Nos cuenta:
Nuestra capacidad para concentrar la atención es bastante limitada. Solo podemos centrarnos en una sola cosa en cada momento. Se parece un poco a la memoria RAM de un ordenador, en la que la capacidad de procesamiento tiene un límite. El instante presente, desde un punto de vista neurológico, tan solo dura en torno a tres segundos antes de que empiece el siguiente. Nuestra atención deliberada tiene un límite. Si lo que estamos haciendo es difícil, absorbe nuestra atención y es improbable que nos distraigamos. En cambio, si la tarea es sencilla, somos mucho más vulnerables a las distracciones.
En este entorno de distracciones constantes de baja intensidad, nuestra atención suele repartirse entre muchas tareas distintas. Puedo echar un vistazo a Instagram mientras miro la tele, o bien perderme por los cerros de Facebook mientras estoy en un bar con los amigos. Pero lo que ocurre, en el fondo, es que no prestamos atención a nada. El mariposeo por las redes sociales, la conversación con los amigos o la serie que vemos se condensan en un solo flujo de datos que nos atraviesa en vez de quedar almacenado para su uso o recuerdo ulterior. Nuestra capacidad de crear recuerdos se ve severamente mermada por este tipo de atención repartida. Podemos (más o menos) ocuparnos de varias cosas al mismo tiempo. pero todas las hacemos mal. Sometidos de forma permanente a una sobrecarga de estímulos, somos incapaces de fundar nuevos recuerdos, lo que significa que no recordaremos gran cosa de lo que estamos haciendo.
Todo ello deviene el caldo de cultivo para un nuevo tipo de comportamiento humano, una personalidad semiautomatizada por el ánimo de lucro a la que se hostiga sin tregua con avisos, notificaciones y requerimientos; una personalidad que está buscando en todo momento la atención de los demás, siempre disponible, a menudo nerviosa, asustada, celosa, paranoica, insegura, sin saber nunca en quién o qué creer (…).
¿La solución? La sabemos todas. Recortar nuestro tiempo en redes sociales (si no eliminarlas por completo), eliminar notificaciones (100% recomendado), utilizar las herramientas que la propia tecnología te da para eso (apps de salud digital, ya sabéis), y lo más importante: abordar de manera crítica la tecnología, el dinero que ganan con nuestra atención y los beneficios reales que nos traen.
Por mi parte, ya os conté que estoy tratando de ser eficientemente inútil: descansar más que producir para hacer mejor lo que produzco (que no producir más). Como parte de ese esquema transformativo voy a empezar a centrarme en una sola cosa cada vez, aunque sea aburrida. De hecho, si es aburrida, mejor. Hay que aburrirse más. Dejar que nuestra mente vaya a lugares, piense, discurra, absorba el mundo alrededor. Pasear sin podcasts, no sacar el móvil esperando en la cola de la cafetería, tirarse en el sofá un domingo por la tarde y maravillarme, simplemente, pensando que nuestro cuerpo conduce la electricidad. Prestar atención a nuestra atención.
A lo mejor, así llegamos a sitios donde no hemos estado antes. O tal vez sí que hemos estado. Y tenemos que volver.
📋 La lista de cosas
Bastante en la línea del tema de hoy: el documental The Social Dilemma. Salió en 2020, así que está por actualizar, pero sigue siendo muy relevante. Si no lo has visto, escúchame bien, tienes que verlo. La página web del documental también está muy bien. Tienen recursos e información muy interesante.
BeReal. Sé lo que estáis pensando. Eduardo, de verdad te pones a recomendarnos una red social después del discursito anti-redes que nos has metido? PUES SÍ!! Porque precisamente BeReal es una aplicación que, creo, hace las cosas de otra forma y no se basa en el scroll y consumo infinito. Subes una foto al día, ves qué están haciendo tus amigos, y ya está. Una app que no requiere de nuestra atención constante. Me gusta.
Ya os lo he recomendado, pero Forest es una mis aplicaciones favoritas para desconectar del teléfono. Esencialmente es un temporizador, pero después del tiempo que le indicas planta un arbolito. ¿No es eso chulísimo? A mí me funciona.
Figma es una aplicación de diseño gráfico online. Yo no soy diseñadora, pero hago mis pinitos de vez en cuando, por pura supervivencia. Es un poco difícil de usar pero cuando te acostumbras, mola bastante. Es Canva para profesionales.
¿Alguna te vez has escuchado esa leyenda urbana de que La casa de las carcasas2 es una tapadera de algo muy chungo? Bueno, pues aquí tienes un reportaje que lo explica: “es un boyante negocio (…) es un ejército femenino vendiendo productos chinos a comisión”.
Estoy leyendo las memorias de Crystal Rasmussen, de la que ya os hablé en este boletín sobre reinas. Diary of a drag queen es, sinceramente, mucho mejor de lo que me esperaba. Bien articulado, entretenido y con un tono a comedia romántica, pero marica y trash. Si lees en inglés, recomendado.
Esta canción: Exoplaneta, de Arde Bogotá. Ciencia ficción y romance. Un temazo.
Los Eduardo Norte principales
Hace un tiempo que no os lo enseño, así que ahí va. Esto es lo que más he escuchado en las últimas semanas.
¡Adiós!
Tres últimas cosas:
He vuelto a Aberystwyth, y próximamente empezaré a echar becas doctorales (¡otra vez!). Así que pronto perderé la cabeza. ¿Estaréis ahí conmigo?
Se ha muerto la reina. Supongo que sabes qué reina. No lo estoy llevando bien. No porque me de pena la reina, sino porque estoy hasta el moño de ver su cara en todas partes. Te lo cuento mejor en este hilo que se me ha viralizado sobre cosas que están pasando el Reino Unido sobre la muerte cierta vieja.
Os habéis suscrito un montón de personas nuevas, y yo me alegro mucho pero también me da un poco de miedo!!! Porque no quiero decepcionaros!!! Así que si te gusta mi boletín, ¿puedes por favor decírmelo para que yo sienta que soy la mejor persona del mundo? También puedes compartirlo!!! Eso también me haría feliz. Mira, es tan fácil como darle aquí:
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Es una tienda española de carcasas para el móvil. Es muy popular, hay una en todas las grandes ciudades y en muy buenas localizaciones. Hay una leyenda urbana que dice que es un negocio tapadera.