Saltar al vacío
Sobre saltar al vacío, sobre este verano, sobre mí y sobre la vida en general.
Amiga, te mentí. Puede que en el último Movidas Bookclub te dijera que te escribiría durante el verano, pero no era más que eso, una vil mentira. Entonces yo no lo sabía, pero seguro que entiendes cómo funcionan estas cosas: te vienes arriba, dices que vas a hacer algo y luego la vida te pasa por encima como una camioneta.
Anyway: seguro que no me has echado de menos (¿o tal vez sí?), pero en cualquier caso, he vuelto para quedarme. Cada domingo, en tu bandeja de entrada, un nuevo Movidas Bookclub, el boletín cultural que escribe tu amiga la Eduardo Norte (un servidor).
Este verano me han pasado muchas cosas, y para mi suerte, casi todas buenas. Pero te las voy a resumir en solo tres, que sin embargo creo que tienen un hilo en común, enseguida lo verás, que tú eres muy lista.
Vamos allá:
Tres cosas que he hecho este verano
La primera, me matriculé en un programa de doctorado.
Si me sigues desde hace tiempo, sabes que llevo años peleándome con instituciones británicas para que me den una beca de estudio doctoral. Este curso 2022/23 ha sido mi tercer año echando becas. No quiero entrar en cómo de cansado es el proceso de postular, pero créeme cuando te digo que era muy cansado. No exagero cuando digo que es un segundo trabajo. Este año me prometí que o me dejaba la universidad, o empezaba el doctorado, con o sin beca. Cuando me quedé sin beca, me senté a pensar si de verdad quería escribir la tesis, y dónde, y en qué condiciones. De las cosas más me cuestan, tomar decisiones.
Postergué tomar esta decisión porque me daba miedo. Me daba miedo equivocarme, endeudarme, dedicarle tiempo a algo que luego no me llegara a ningún lado. Pero al final se alzó otra verdad a la que escuché mejor: doctorarme me hace ilusión. Me hace ilusión trabajar en el tema que trabajo, en la Universidad de Glasgow, con mi equipo de supervisión. Me hace ilusión pensar, leer, escribir, dejar mi pequeño granito en el conocimiento humano. Me hace ilusión entregarme a la tesis y ver dónde me lleva todo esto. Atreverme a saltar y a esforzarme por algo en lo que creo.
La segunda, escribí una novela.
Con la decisión de la tesis tomada, me obligué a tomar otra decisión difícil: durante los próximos tres años no escribiría nada de ficción. No puedo trabajar a tiempo completo, hacer una tesis y escribir al mismo tiempo. O, si escribo, quiero que sea menos como un trabajo y más como un juego, sin autoexigencias, sin fechas límite, solo yo y la palabra.
Pero cierto premio literario con nombre marítimo terminaba el uno de septiembre, y aunque en ese momento no tenía nada que encajara, siempre había querido participar. Era consciente de que si no participaba ahora, no lo podría hacer hasta los próximos tres años. Para finales de julio, estaba pensando si participar. Me pregunté si valdría la pena todo el esfuerzo de escribir una novela en un mes, si sería capaz de escribir algo con lo que estuviera satisfecho en tan poco tiempo, si tal vez no sería mejor no correr riesgos, dedicarme a descansar durante el agosto.
Pero la verdad es que me hacía ilusión. Me hacía ilusión sacarme una historia de la manga, mezclar las pocas ideas que tenía y dejarme llevar por unos personajes que fui conociendo poco a poco. Y me hacía ilusión levantarme temprano, guardarme dos o tres horas de mis jornadas estivales para escribir una historia que finalmente mandé el día 30 de este mes. Hace dos días, vaya. El destino de un manuscrito siempre es incierto, pero yo estoy satisfecho con mi rendimiento, con mi historia y mi determinación. Y con no haber escuchado a esa vocecita que me anima a no hacer cosas, a quedarme quieto mientras todo se mueve.
Y la tercera, salté por un acantilado.
Fui con unas amigas a pasar el fin de semana al pantano de Benagéber, cerca de Valencia. Conocía muy poco sobre este embalse que empezó a construirse en el 1933 y acabó inaugurado por Franco en el 1955 con el nombre de “embalse del generalísimo”. Nos quedamos a dormir en unas casas que durante el año acoge excursiones escolares y en las cuales, según nos dijeron, vive un fantasma. Pero esa es otra historia que ojalá os pueda contar en otra ocasión.
La cuestión es que fuimos a hacer kayak a este embalse, y nos llevaron a un sitio donde desde un pequeño acantilado se podía saltar. Algunas de mis amigas lo hicieron, otras no. Yo me lo pensé: vengo notando que desde hace un tiempo le tengo más miedo a la muerte, a hacerme daño haciendo alguna imprudencia como saltar por un acantilado. No es cosa mala, ojo: se llama autopreservación.
Pero aquel eran apenas tres metros de salto, era más que seguro lanzarse, y de hecho, quería hacerlo: me hacía ilusión. Pero algo me agarraba los tobillos desde la tierra, me ataba al suelo. ¿Y si me hago daño? Al final salté. Duró un par de segundos, y noté ese vacío en el estómago, esa adrenalina, y luego mi cuerpo chocando con el agua, envolverme en el frío. Me gustaría no olvidar nunca ese salto, y sobre todo, que a veces el miedo no me sirve para nada.
¿Ves el patrón, amiga? Sé que la vida tiene cosas horribles, que tenemos que cuidarnos y estar seguras. Pero a veces es importante atrevernos y dar el salto, ver qué pasa, dejarnos llevar por decisiones cuestionables. No quiero convertir esto en un mensaje barato del tipo “sal de tu zona de comfort”, pero es importante recordar que detrás de ese salto, hay algo. Siempre hay algo. Tuya es la decisión de querer saber qué es.
📋 Las cosas acantiladas
La obra de Charis Tsevis, que ilustró un álbum de Amaral y los juegos olímpicos de 2012.
Hablando de Amaral, este mes la hemos celebrado mucho. Su último álbum, Salto al color, forma parte de la banda sonora de mi vida. También es la vriba que necesitáis para despedir el verano y empezar el curso saltando al color.
Este artículo de Ana Martín Coello, que es de las cosas más hemosas que he leído nunca. No os lo perdáis.
He leído mucho este verano, pero la novela que más me ha marcado ha sido, sin duda, Acércate de Sara Gran. Prologada por Mariana Enríquez, sabía que me iba a gustar, pero no sabía cuánto. Trata sobre el descenso a los infiernos de una mujer poseída, que ve como su vida se va complicando más y más. Me la leí en 24 horas. Es una obra magnética, obsesiva, que invita a reflexionar sobre los límites de nuestra voluntad. Maravilla pura. Si podéis, aceros con ella.
BlueSky, si sois de las afortunadas que tenéis código para entrar. Si es así, yo estoy allí, buscarme. Es como Twitter antes de que fuera X. Nos gusta.
Te estoy amando locamente, la opera prima de Alejandro Marín sobre la transición española centrado en el colectivo LGBT. Una historia desenfadada e importante, divertida y emotiva sobre la lucha de derechos marica en España y la relación entre una madre y un hijo. Todavía podéis ir a verla al cine, por favor, no os la perdáis. Si podéis, ir con vuestras madres.
Esta canción, dedicada a Esos Hombres:
🍈 Piel de sapo
También me complace informaros de que Piel de sapo, mi última novela, está ya disponible en papel y en digital en la web de la Editorial Cerbero.
Piel de sapo es un trocito de mí, ya te lo dije. Es una novela de terror sobre el ghosting y la luz de gas, sobre relaciones tóxicas y sobre el amor. Cómo no.
Lleva desde julio en la calle y a la gente que lo ha leído le ha gustado mucho. Puedes leer algunas reseñas en Goodreads.
No te lo pienses mucho, amiga. Acércate a tocar mi piel de sapo.
🌟 La HispaCon en Zaragoza
Creo que también debería informaros de que estaré en la HispaCon de Zaragoza los días 8, 9 y 10 de septiembre.
No solo voy como asistente (que también!), sino como participante. Me tendréis hablando sobre mi tesis doctoral1 y presentando Piel de sapo con el resto de novedades cerberas. También me tendréis en las terrazas colindantes tomando cerveza o café, seguramente.
Podéis echar un vistazo al programa aquí.
Si estáis por Zaragoza, ¡pasaos a saludar! Me encantará charlar un ratito con vosotras y firmaros un libro (mío o el de otro, me es igual).
👋 ¡Adiós, amiga!
Me hace feliz volver a escribirte. Espero que a ti también. Nos veremos cada domingo, aquí, como siempre.
Una abrazo y hasta la próxima. Pero antes, tres últimas cosas:
Canta en la ducha, sobre todo si tienes un mal día. Elige una canción que te guste y date un concierto.
No quiero juzgarte, pero es posible que no necesites tomarte el último café del día. También aplicable a la última copa.
Lee en digital. En serio. Tu yo del futuro que no tenga que transportar cientos de libros te lo agradecerá.
No es broma.
¡Gracias por volver, querido Eduardo! Desde hace unos meses llevo un miedo por dentro que no me permite «vivir el presente», estoy llevándolo con terapias y poesía, pero sin duda, vivimos aterrados por cosas que en su gran mayoría no serán posibles. Me alegra que tomaras muchas decisiones importantes en este verano. Gracias nuevamente por regresar, te leo desde hace un tiempo y me das tranquilidad, porque muchas cosas de las que piensas, yo también lo siento y lo pienso.
Qué lindo conocerte, por esa foto digo. Y gracias por el punto 3. Sobre la lectura digital. Lo pondré en mi agenda con un recuadro para incorporarlo y hacerlo costumbre. Abrazo desde Buenos Aires, Argentina 🇦🇷