Quien hace lo que puede...
Sobre hacer lo que una puede, un poquito de Lorca, algo del Hematocrítico, las cosas de siempre, y un trocito de mi semana exprimido en unas líneas. MI semana, porque este boletín es MÍO, MÍO, MÍO.
Te cuento, amiga, algo que me dio tranquilidad estas semanas.
Como sabes, hace poco empecé un doctorado en Estudios Hispánicos. Llevaba mucho, mucho tiempo pidiendo la beca para empezarlo y no me la dieron. Me puse muy triste. Pero me recuperé y decidí tirarme a la piscina y empezar la tesis sin beca. Y aquí estoy, currando gratis un montón de horas y sobreviviendo a base de café.
Esta semana (de hecho, mañana) vuelvo a pedir la beca. El último año. Mi última bala.1 He vuelto a revisar la propuesta de investigación que mandé el año pasado, todos sus agujeritos y detallitos. Existe un estilo muy particular de escribir para una beca: tienes que sonar convincente, informado, asertivo, pero también claro y conciso. Tienes que explicar qué vas a hacer, cómo, por qué es relevante, quién se va a beneficiar de esta investigación. Y entre otras cosas: cuáles serán tus necesidades de aprendizaje durante el proyecto, cómo vas a utilizar los recursos de la beca, por qué tú eres la persona adecuada para llevarlo a término… En resumidas cuentas, una movida mayúscula.
Mi supervisora y yo repasamos hace unos días la propuesta, tratando de encontrar la razón por la que no me dieron la beca. Mi propuesta está muy trabajada. Este es el cuarto año que pido la beca, así que he escrito, reescrito, pensado y repensado muchos detalles de mi proyecto doctoral. Revisar mi propuesta, en este punto, se siente como barrer el desierto.
—A lo mejor es porque no tienes una media de sobresaliente en tu máster —trataba de explicar ella, al otro lado de la pantalla. Nunca nos hemos visto en persona, solo la conozco en versión digital—. La competencia en estas becas es brutal, y a veces un punto marca la diferencia.
A lo mejor te parecerá una tontería, pero pensar que mi suficiencia académica no me permitió acceder a la beca me dio cierta calma. Sé que hice lo que pude durante el máster. Sé que ese notable es todo a lo que mi persona y mis condiciones me llevaron. Tengo esa tranquilidad: hice lo que pude. Si esa es la razón de mi fracaso, que así sea.
Porque quien hace lo que puede no está obligado a más. Qué maravilloso refrán. Me lo dijo mi amiga Alejandra, hace tiempo, y lo guardé en algún rinconcito para rescatarlo en esa conversación con mi supervisora.
Me enfrento a esta última tanda de becas con ese pensamiento en la cabeza: haz lo que puedas. Reviso el proyecto de doctorado una vez más, y sé que he puesto tantas horas y energía en esa propuesta como he podido. Qué más puedo hacer. Me encojo de hombros. Habrá que mandarla. Lo que viene después no depende de mí.
Amiga, ese es mi consejo (no pedido) semanal: haz lo que puedas y desentiéndete. No te pidas más que lo que puedes dar.
📋 Las cosas que se pueden
He descubierto hace poco el podcast arte compacto, que hace más o menos lo que dice en el envoltorio. Hablar de arte para todos los públicos. Recomiendo. Me encanta el academicismo de bolsillo.
Sabéis que soy fan de ¿Puedo hablar!, que os lo recomiendo a menudo. Particularmente importante es escuchar el episodio de esta semana, en el hablan con un superviviente de la pandemia del SIDA. Pregúntate cuánto sabes sobre la pandemia del SIDA en España y luego dime si tienes que escucharlo o no. Venga, a escuchar.
Ando leyendo (por cosas de tesis) La epopeya de los amantes, de Miguel Santander. Premio UPC 2012. La premisa de la novela es irresistible: se descubre un texto anterior al Poema de Gilgamesh y la persona que lo tenía era ni más ni menos que Nikola Tesla. El texto de Santander incluye el antiguo texto íntegro traducido al español y las páginas del diario de Tesla que explican cómo llegó este a sus manos. Si esto no os incita a leerlo, yo ya no sé.
Sobre las formas que adquiere la literatura en la era digital, me ha gustado mucho leer: ‘Drácula’ en la bandeja de entrada: boletines para leer clásicos.
Ha llegado mi época favorita del año, en la que Spotify nos dice qué hemos escuchado. Mi canción más escuchada del año es también mi guilty pleasure. No me arrepiento de nada:
🌹 Apasionado instintivista
Esta semana he introducido a mis aprendientes de ELE a la figura de Lorca. Son muy chiquititos en esto del español (solo llevan estudiándolo desde septiembre), pero nunca es demasiado pronto (¡ni tarde!) para leer cosas bonitas. Les he animado a coger el Romancero gitano y leerlo despacito, recitándolo, con un diccionario. De verdad espero que lo hagan.
Yo me compré la edición del Romancero gitano de Alianza Editorial editada por Mario Hernández. Incluye el texto íntegro con alguna que otra información extra. Como por ejemplo, la entrevista que le hicieron en La gaceta literaria en 1928. Os enseño un trocito:
—¿Cuál es tu posición teórica actual
—Trabajar puramente. Vuelta a la inspiración, puro instinto, razón única del poeta. La poesía lógica me es insoportable. Ya está bien la lección de Góngora. Apasionado instintivista, por ahora.
—¿Te parece bien que te llame, querido Lorca, “diamante invalutable, porvenir sin tiempo actual, ciprés horóscopo, motor y peineta, salsa de seguidilla y triunfo del rey de bastos, Hércules de nieve y moro”?
—No veo más inconveniente que uno: el que me quitas mi récord supremo de los motes.
💔 Hemato
Yo no seguía al Hematocrítico. Sabía quién era, me caía bien, pero no le seguía. Tampoco me uní a la multitud de voces que lamentaron el fallecimiento temprano de Miguel López. Me parecía un poco hipócrita lamentar su muerte en público, cuando ni siquiera le seguía. Ya ves qué tontería, ¿Cómo no voy a lamentar que un buen tío se vaya antes de tiempo? ¿por qué no expresar y compartir un dolor y una ausencia que sin duda sentí?
Me he guardado este espacio para lamentar la muerte del Hematocrítico, y también para compartir un trocito de su obra. Ese es el único consuelo que me queda, al menos a mí: dejó detrás libros y obra, palabras que retumbarán en las cabezas de un montón de personas. De alguna manera, no se ha ido. Nos quedan sus libros.
Así que a leer, amigas. El tiempo se acaba.
👋 ¡Adiós, amiga!
Qué decirte (que no sepas). Espero que tengas una semana *chef kiss*. Abrazos, besos y muchas movidas de las buenas. Nos vemos la semana que viene.
Tres cosas más, antes de irme:
Hacer la cama por las mañanas me está dando mucho placer a la hora de ir a dormir. Me he dado cuenta de que odio hacer camas, pero me encanta deshacerlas. Te lo cuento por si te pasa lo mismo.
Los días son más cortos, no dudes en recogerte antes. No pasa nada si te acuestas a las 10 de la noche.
No tengas miedo de meter la pata. Meter la pata = aprender.
Quiero aclarar que es el último año que puedo pedirla porque no admiten estudiantes de segundo año. Si por mi fuera, la echaría todos los años.