Tener tu momento
Sobre fracasar (otra vez), venirte abajo sobre mí, una anécdota friki y un paseo por Gales. Este boletín incluye focas.
Las amiguitas que me seguís desde hace un tiempo sabréis que uno de los hilos conductores de este boletín son mis infructuosos esfuerzos en tratar de conseguir financiación para el doctorado. Una o dos veces al año os escribo triste para contaros que no me han dado una beca, y reflexiono sobre los fracasos y sobre la persistencia y demás bobadas.
Dicho esto, adivinad qué me ha pasado.
Si bien estoy un poco cansado de coleccionar rechazos (llevo desde 2020 echando becas, recordemos; alrededor de unas 20 debo de haber echado), estoy cansado de que el lidiar con el rechazo sea mi narrativa personal. El ‘he fracasado, pero’, el “no he conseguido esto por lo que tanto me he esforzado, pero’. El tener que encontrar estrategias para trabajarme las frustraciones, los rechazos, mis esfuerzos inútiles por destacar en un sistema copado de gente brillante, mucho más inteligente que yo, o con más suerte, o con estrategias que no logro comprender.
Por ese cansancio, tomé la decisión consciente de no darle importancia. Total, otro rechazo más, ¿qué importa? Archivé el correo de la beca, me permití unas breves palabras de angustia con mis seres queridos y seguí hacia delante. Era jueves, me quedaban dos clases por dar, y el final del semestre siempre se hace un poco complicado. Tenía mucho trabajo.
El mismo día, más tarde, me llegó la respuesta de un trabajo que había echado en otra universidad. No había pasado ni a la entrevista.
A veces una chica tiene ganas de mirar a la cámara en plan The Office y preguntarse si hay algún ser ulterior que este día en concreto ha decidido ser un poco malévolo con mi persona.
Aquel fin de semana me compré dos plantas, para consolarme en mi fracaso académico. Me cociné comida rica, la acompañé con vino caro, me permití ser hedonista. Pero hice un esfuerzo, un esfuerzo meditado y cuidado, en no sentirme triste, no sentir que había. Pensar en todas las cosas buenas que tengo y acomodarme en ellas, un refugio contra la tormenta.
Ojalá pudiera decirte que me funcionó. En realidad, me salió regular. No podía terminar de sacudirme la sensación de ser (en palabras de Cecilia) una estrella apagada, un grano de arena, nada de nada.
Te confieso que no sé salir de este bucle, amiga, de esforzarme por las cosas que quiero, no conseguirlas y tener que comerme los despojos de mis fracasos. ¿Cómo lo hago? ¿Cómo me reconcilio con las dudas de saber si estoy por el buen camino, de si todos estos fracasos y rechazos son las piedras en un camino hacia el éxito, sea lo que sea eso, o por el contrario estoy dando vueltas por el bosque de la precariedad académica? Intento disfrutar del proceso, de las clases que tengo, de la lectura, de la redacción de la tesis, de hablar con compañeras investigadoras, de persistir, al fin y al cabo, y hacerlo feliz. Pero a veces me cuesta deshacerme de ese pensamiento horrible, horrible de si todos estos rechazos no son acaso un mensaje, una señal de que no valgo para esto. Tal vez debería dedicarme, en serio, a otra cosa.
Ayer salí a tomar algo con unos amigos, me permití tener un momento de vulnerabilidad y contarles esto mismo que te estoy contando a ti. Las dudas, los miedos, las ambiciones, las inseguridades, las frustraciones. Mis amigos me escucharon, me cogieron de la mano, y si bien no me dieron ninguna solución, el sentirme escuchado y comprendido fue más sanador que cualquier pensamiento positivo que hubiera tratado de atornillarme en la cabeza.
Lo que quiero decirte, amiga, es que a veces necesitamos patalear, y llorar, y gritar por qué yo no. Y necesitamos hacerlo con amigas, gente que nos escuche y nos comprenda, nos valide las emociones complejas que navegamos. You are allowed to have your moment, me dijo ayer mi amigo, y fueron estas palabras tan mundanas y comunes, tan poco poéticas y memorables, las que hoy todavía recuerdo. Efectivamente, debes permitirte tener un momentito de angustia y agobio y tristeza. Pero tanto mejor si tienes amigas que te permiten tener ese momento.
No sé lo que va a pasar conmigo, qué extraño camino estoy construyendo con mi colección de fracasos. Pero hay una cosa que sí sé: recorrer ese camino vale la pena por los amigos que te acompañan.
Ya sé que lo que acabo de escribir es una cursilada como un piano. Pero me da igual, porque es verdad. En un mundo que nos exige productividad y eficiencia, competitivo y sangriento, tener amigas que te permiten tener tu momento es un motivo de celebración.
📋 Las movidas momentáneas
Sigo viendo The Morning Show, esa serie sobre un programa de noticias matinales con Jennifer Anniston y Reese Witherspoon. Estoy obligando a mis seres queridos a verlo, dentro de poco te obligaré a ti también. Me gusta mucho como trata cuestiones mediáticas actuales, y particularmente, me gusta cómo han introducido el COVID en la segunda temporada. Es un *cheff kiss* de serie
Esta entrevista que le han hecho a Paco Bezerra en Sabor a queer. Me gusta mucho Paco Bezerra y las cosas que dice, me hace pensar.
Esta cuenta de Twitter en la que una agente literaria habla sobre los manuscritos que le llegan. Casos loquísimos. Podría ser una parodia y me lo creería.
Esta canción:
🗣️ La anécdota de la HispaCon ‘91
Estoy leyendo Moriremos por fuego amigo, de Juanma Moreno. Es una coleccion de ensayos, reseñas, prólogos, artículos y demás de una persona que lleva mucho tiempo en el fandom de ciencia ficción y fantasía española. Lo leo por cosas de tesis, pero también con mucha curiosidad. Juanma (me permito tutearle porque nos hemos intercambiado unos correos) es un ensayista detallado y preciso, con ideas iluminadoras sobre la literatura de género y con conocimiento enciclopédico sobre lo que se publica en España. Te lo recomiendo si, como a mí, te interesa la literatura de género y su extraña comunidad literaria.
En uno de los ensayos, Juanma habla sobre la HispaCon en Barcelona en 1991, en la que invitaron a Angélica Gorodischer y a Terry Pratchett. Dice esto:
Quien sí estaba allí fue Angélica Gorodischer, que se llevó tres premios Gigamesh. Angélica era la maestra de ceremonias, lo cual quiere decir que, a medida que abría las plicas correspondientes, se encontraba con la sorpresa de que allí figuraba escrito su nombre. El primer premio, correspondiente a la mejor antología de fantasía, le sorprendió y emocionó a partes iguales. Con el segundo, por uno de los cuentos de la recopilación, empezó a sentirse desconcertada. Pero cuando leyó su nombre por tercera vez, soltó un «jOh, no! ¡Esto sha es demasiado!» que nos hizo aplaudir y reír simultáneamente.
Cuando Angélica iba a abandonar el recinto de la Casa de Caridad, una vez terminada la Hispacón, se fue acercando a todos y cada uno de los asistentes, nos dio dos besos a todos y cada uno de nosotros y se fue. Entrañable.
Por el contrario, Terry Pratchett me dio la impresión de que era un auténtico borde.
Tengo muy poco leídos tanto a Gorodischer como a Pratchett, pero por alguna razón (supongo que prejuicios sobre los latinoamericanos y los británicos) tiene todo el sentido del mundo que Gorodischer se despidiera de todo el mundo con dos besos y Prachett fuera el borde de la habitación.
🎨 La ilustración
Este gatito llorando delante de un ordenador, que captura tan bien algunos de mis días. No sé quién es el artista, pero me gustaría saberlo.
👋 Adiós, amiga
Te escribo estas líneas desde Pembrokshire, en el sur de Gales. Nos hemos levantado temprano y hemos andado unos 20 kilómetros. Al principio el día nos salió nublado, pero acabamos en manga corta. Era un camino por la costa, junto a unos acantilados, y en algún momento unas focas salieron a saludarnos.
¿Ves a las focas? Tenían la cabeza fuera, nos observaban, no sé si con miedo o con curiosidad. Tal vez las dos.
Que tengas buena semana, amiga. Nos vemos el domingo que viene, tal vez.
Te leí esa anécdota que transcribes en twitter e inmediatamente fui a buscar libritos de Gorodischer. Kalpa Imperial (1) me está pareciendo una barbaridad de buena, en la edición vieja partida de dos volúmenes, así que gracias! Supongo que será el más famoso de su producción. Creo que Minotauro ha reeditado hace poco pero no sé si vendrá todo junto esta vez. Abrazo!
The morning show es una serie inteligente. Muy buena