Palomas en la basura
Sobre dos palomas de tela, las cosas bonitas, y el estudio de la basura. Christien Meindertsma, garbología, y aliens con cara de pato. Movidas mías. Y un pequeño vídeo bonito.
Amigas, os escribo desde Brighton. Tengo una amiga de vacaciones en Albania, y nos ha dejado quedarnos en su casa durante un fin de semana. Es un apartamento al lado de la playa, pequeño pero con buena distribución, mucha luz, y lleno de muebles y objetos de diseño cuyo simple tacto te indica su precio.
Tengo las nociones de decoración de interiores básicas para que te den el carnet de homosexual. Puedo diferenciar y poner nombre a distintos estilos, reconozco la importancia de las texturas, los puntos de luz, los colores, su combinación. No sé mucho, pero sé lo suficiente como para reconocer las cosas bien hechas. Los espacios agradables me hacen feliz, y ahora mismo escribo feliz en el salón de este pequeño apartamento junto al mar. Pienso que la literatura y el diseño de interiores no son actividades tan distintas como pueda parecer. Ambas consisten en decisiones estéticas para crear un efecto, una emoción.
No sabré mucho sobre interiores, pero sí sé sobre cosas bonitas. Cuando Marta D. Riezu se define como “cosista declarada”, la entiendo perfectamente. Hay un gusto muy específico por lo material, las cosas que podemos tocar, mover, llevar en los bolsillos como amuletos. Los objetos por encima de su utilidad, simplemente como objetos con características objetivas: color, material, movimiento.
Creo que es este gusto el que me llevó a apreciar un objeto en concreto de esta casa: dos figuras de tela con forma de paloma, sentadas en la esquina del sofá.
No sé para qué sirven, sospecho que para nada. Tal vez para sujetar puertas, aunque no tiene mucho sentido dejar una paloma en el suelo. Tampoco sé qué tienen en el interior (algún tipo de semilla, seguramente), pero su cuerpo de tela se adapta a cualquier superficie aunque sea precaria. Dicho de otro modo, quedan bien en cualquier parte. Al tocarlas, tengo la sensación de tocar algo especial.
Con una investigación sencilla en internet descubro que son obra de la diseñadora holandesa Christien Meindertsma. Pigeon Service es el nombre de la exposición que hizo para el Texture Museum en Cortrique (Bélgica), que contaba con 300 de estas palomas, hechas de lino, como recordatorio de las palomas mensajeras usadas durante la Primera Guerra Mundial y conmemorando el pasado del museo como fábrica de textiles. Hoy se pueden comprar por unos 50 euros, y cada paloma de tela lleva un mensaje atado en la cola (no sé si este mensaje se puede customizar, pero ojalá que sí).

Pienso en el privilegio de poder tener en casa una pieza de museo, quizás la traición que supone, la forma en la que se serializa y se comercia. Hace poco tuve un sueño: visitaba la casa de una persona famosa y estaba llena de cuadros impresionantes, Van Gogh, Greco, Goya. En el sueño, pensé que un museo debería hacerse cargo de estas obras de arte, que muchos nos alegraremos cuando el famoso de turno estire la pata y aquellas reliquias artísticas pasen a formar parte del patrimonio de la humanidad. Pero con estas palomas mensajeras es todo lo contrario: cuando mi amiga muera, estas palomas no volverán a un museo. Se convertirán en trastos viejos, en basura.
Cuantísimo dice nuestra basura de nosotros. Hace poco descubrí cómo la basura se convirtió en objeto de estudio arqueológico, por su potencial para revelar detalles ocultos y obscuros de la sociedad. Fue el antropólogo William Rathje quien fundó la garbología con un proyecto en Tucson (Airzona, EEUU), en el que se dedicaba en excavar en montones de mierda de un vertedero para conocer mejor nuestra realidad. El conceptio (el estudio de la basura) se trasladó a otras disciplinas, como la historia o la sociología. Piensa en lo que dice tu basura sobre ti y extrapola eso a una sociedad entera. Me mareo solo de pensarlo.
Me duele, pero sospecho que esas dos palomas acabarán en algún momento en un vertedero. Tal vez, incluso, acaben en la mesa de un laboratorio alienígena, estudios avanzados de garbología terrestre. Estoy seguro que esos supuestos aliens serán espabilados, y darán enseguida con la respuesta de esas palomas de tela: simples objetos de decoración, tal vez provistos de afecto personal, quizá hicieron más alegre la vida del humano que las poseyó.
Y qué más podemos pedir de las cosas bonitas, amigas. Basura futura que hoy nos hace feliz.
📋 Movidas bonitas
Napoléon, la película de Ridley Scott. Cuando un amigo me invitó al cine a verla le respondí, medio en serio, medio en broma, que era una película demasiado heterosexual para mí. Hay algo muy masculinidad hegemónica en Napoléon, así como en todos los hombres (siempre son hombres) que se acercan a su figura. Por eso me sorprendió mucho que me gustara. Joaquin Phoenix está excelente, Vanessa Kirby también. El foco en su relación es lo mejor de la película, ojalá se hubieran centrado más en ello y menos en las batallitas. Visualmente, también preciosa. No te va a cambiar la vida, pero no es tan mala como pensé que iba a ser.
Creo que ya te las he recomendado, pero lo hago de nuevo: si tienes que hacer presentaciones en PowerPoint, chequea SlidesGo.
He descubierto el podcast La fucking condición humana, y ha sido amor a primera escucha. Historias curiosas sobre la humanidad, el primer episodio trata, precisamente, sobre la basura. Ahí descubrí la garbología y a William Rathje. El nivel de producción, de guion y de investigación de este podcast dan como resultado episodios apasionantes. Os lo recomiendo de verdad.
Ya lo he recomendado en las Notes de Substack, pero lo vuelvo a hacer, porque los libros gratis lo merecen: hay un buen número de publicaciones gratuitas en la web del CSIC. Un ejemplo, un libro que he empezado a leer: Erudición sobre hormigas y rositas: acerca de los libros y las mujeres que los escriben, de
.La canción de esta semana, no puedo no recomendar lo último de Amaral. La escuché anoche antes de ir a dormir, un pequeño ritual. Su música me hace feliz, llega siempre cuando la necesito. Reírme de todas mis penas / Hacer un fuego con mi tristeza. Ojalá vivir como un rompehielos.
🦆 Sobre aliens con forma de pato
He terminado de leer Planeta dónald, de Adolfina García, y me veo en la obligación de recomendarlo con creces.
Adolfina García es periodista afincada en Oslo, publicó algún que otro relato en la década de los noventa. Leí un relato suyo en una antología de 2017 y recuerdo que me dejó profundamente conmovido. Pasa pocas veces cuando una voz narrativa te atrapa y te sumerge hasta niveles perturbadores. Eso me pasó con aquel relato. Me alucinó tanto que me prometí leer, en algún momento, su primera novela: Planeta dónald, que salió en 2019. Ojalá la hubiera leído antes.
Es una novela de ciencia ficción coral, con distintos personajes en un futuro en el que los humanos conviven con una raza alienígena antropomorfa pero con cara de pato, los dónald. Adoptaron este nombre en el primer contacto porque a los humanos les recordaba, precisamente, al personaje de Disney. Por encima de lo risible del asunto, la novela ahonda en la convivencia de los humanos con estas criaturas tan distintas a nosotros. Consigue atraparnos en el conflicto de cada personaje, se pregunta sobre la animosidad de la humanidad, sobre si podemos vivir en paz con el otro. Lo hace con buen ritmo y sin mensajes simplistas: desde la profundidad de sus personajes, sus conflictos, sus complejidades y su visión subjetiva.
La novela de García tiene algo que me ha apretado los botones de friki: sentido de la maravilla. El mundo que crea en esta novela, extraño y ajeno, pero real, es fascinante. Descubrirlo en cada página ha sido un placer.
👋 Adiós, amiga
Espero que tengas un buen comienzo de semana. Mañana mismo, lunes, tengo dos entrevistas de trabajo. Sí, dos en el mismo día, ¿te lo puedes creer? Me he pasado el fin de semana hablando conmigo mismo sobre cómo gestiono un error, o cómo trabajo en equipo, y mierdas corporativas similares. ¿Deseadme suerte?
Hoy no hay tres cosas, es un vídeo. Volvíamos mis amigos y yo del pub, atardecía, y nos encontramos con un muntiaco, una especie de rumiante asiático que se introdujo en Reino Unido en algún momento. En el vídeo lo puedes ver saltando entre la hierba alta, mientras atardece.