Enhorabuena: te has rendido
Sobre rendirse, sobre exámenes, sobre trabajar, sobre mí. Marta D. Riezu, Ego Rodriguez, sirenas marikas. Movidas. Cosas. Todas las cosas. Una detrás de otra.
Es temporada de exámenes en la universidad. Las clases han terminado ya, y los estudiantes son convocados en grandes salones para ser evaluados. Los exámenes en Reino Unido son realmente imponentes. Se hacen siempre en habitaciones muy amplias, especialmente diseñadas para hacer exámenes, con personal cualificado (los llaman exam invigilators; yo he trabajado de eso, no paga muy bien) que te tratan con una frialdad terrorífica, hay normas muy estrictas sobre qué puedes llevar al examen, o cómo tienes que hacerlo. Por ejemplo, no puedes llevar folios de casa, debes hacer el examen en el papel que ellos te entregan, debes dejar tus pertenencias al final de la sala, vaciar los bolsillos en una caja que guardas en una taquilla...
La primera vez que me enfrenté a mis exámenes británicos en Reino Unido me sorprendió mucho. En España, la única situación similar que había vivido eran los exámenes de acceso a la universidad, las PAU. Estos exámenes estaban imbuidos en una sacralidad que ahora me parece ajena. El examen más importante de tu vida, tu futuro depende de la nota que saques… Qué tontería, solo es un examen. De ninguna manera representan lo que soy, ni lo que puedo hacer. Es un simulacro parcial de mis conocimientos, la manera más sencilla de decidir dónde quepo y dónde no.
Intento transmitirles lo mismo a mis estudiantes. Solo es un examen, un indicativo de cómo respondiste a unos ejercicios muy concretos en momento muy concreto, en una situación artificial y excesivamente formal. De ninguna manera representa tus capacidades, y mucho menos tu valía. No soy partidario de los exámenes, precisamente por eso, pero a las convenciones académicas a veces hay que seguirles el juego.
Este año he dado un curso de español para principiantes desde septiembre. Es muy emocionantes verles aprender los fundamentos de una lengua. Les entregas herramientas y palabras que utilizarán, con suerte, toda la vida. Hasta final de su grado, por lo menos. Intento hacerlo desde la experiencia, desde el consenso científico, desde la amabilidad y sobre todo, desde la alegría. Aprender una lengua nueva es una alegría, a la par que un reto.
Pero la verdad es que este año el grupo no me ha salido muy alegre. A veces pasa, creo: se forman dinámicas silenciosas, vagas, que dificultan el aprendizaje en grupo. Hago preguntas que nadie responde, las clases son incómodas, la gente deja de venir. Intento adaptarme a ellos, darles más tareas individuales que colectivas, más tareas escritas que habladas, me pregunto qué puedo hacer yo para ayudarles a aprender… pero al final todo depende de ellos. Aprender una lengua es difícil. Han de entregarse a la tarea con alegría, y de poco sirve ir a clase todos los días si no lo acompañas con esfuerzo diario: tienes que leer, escribir, hablar… taladrarte el cerebro con una nueva forma de pensar.
Había dos alumnas que siempre estaban ahí a primera hora, antes que yo. Todas las clases empezaban a las 9, así que no era fácil tener la puntería horaria que ellas tenían. No eran precisamente de las más brillantes de la clase, pero la experiencia me ha enseñado que la perseverancia, a la larga, vale más que cualquier habilidad académica. Pues bien: una de estas alumnas no se ha presentado al examen. No tengo ni idea qué le ha pasado, pero sé que algo ha pasado. Las alumnas perseverantes, las que tienen una asistencia casi perfecta, no se pierden la fecha más importante del curso por nada. Tampoco hay mucho que yo pueda hacer. Sé que hay paredes en las instituciones británicas que son difíciles de atravesar, los exámenes son una de ellas. Si te pierdes el examen, suspendes y tienes que hacerlo de nuevo en septiembre. No hay más. Aun así, podría mandar un correo, interesarme, preguntar qué ha pasado. Quiero hacerlo. ¿Debería hacerlo?
Tal vez, me digo, esta alumna se haya rendido. Se haya dejado llevar por la formalidad artificiosa de los exámenes, de sus invigilators, de sus estrictas normas de conducta. Tal vez pensara que no lo iba a hacer bien, y haya decidido no pasar por ese estrés solo para acabar suspendiendo. Tal vez haya pensado que el español no se le da bien, que no quiere seguir aprendiendo, que ya está bien de hacerse sangre con una tarea que no disfruta. A la mierda el examen, me quedo durmiendo.
No sé qué le ha pasado a esta alumna, y tal vez no lo sepa nunca. Pero si se ha rendido, espero que haya encontrado calma. A veces hay que rendirse. A veces las cosas no funcionan, y no pasa nada. No todo el mundo disfruta de los retos con la misma alegría. Cambiar de opinión, cambiar de rumbo, es algo que es mejor aprender a hacer a los 18 años que a los 30.
No sé qué le ha pasado a esta alumna, pero me enteraré. Le mandaré un correo justo al terminar de escribir esto. Si se ha rendido, la felicitaré. Eso es lo que hay que hacer, cuando alguien deja algo que no le hace feliz. Enhorabuena, eres muy valiente, buena suerte en tu camino. A self that goes on changing is a self that goes on living, dijo Virginia Wolf. A seguir viviendo, entonces.
Si al final le mando un correo (no lo he decidido aún, ¿no es muy intrusivo?) le recordaré que a todo final le sigue un comienzo, y que hay comienzos emocionantes, llenos de ilusión y de esperanza. Rendirse es el principio de algo, algo que puede ser tan alegre como aprender una lengua.
📋 Movidas rendidas
Este artículo del Museo del Prado en el que se detalla la cronología de la restauración de Las meninas. Y este dato interesante: John Brealey no recibió ninguna cantidad de dinero por esta restauración porque “nadie puede ser pagado -dijo- si va al paraíso”. Los gastos del viaje y su estancia en Madrid fueron costeados por un donante anónimo.
Si tenéis que leer un solo artículo esta semana, leed este: El lado más precario de la millonaria industria del libro: "No tengo paro ni nada, las condiciones de trabajo están por debajo del salario mínimo". Amigas, por favor: apoyad a editoriales que traten bien a sus traductores. Que les paguen decente y a tiempo, que incluyan sus nombres en las portadas. Leemos ciertos libros gracias al sector de la traducción, que no se os olvide.
He terminado de leer Gothika, de Clara Tahoces. Premio Minotauro 2007, y probablemente el peor libro que he leído en años. Mi opinión, si te interesa.
Ando leyendo (en mis lecturas de tesis) Los Premios Ignotus 1991-2000 una colección de relatos de ciencia ficción y fantasía. Como su propio nombre indica, son los relatos ganadores del Ignotis en la década de los noventa, con sus luces y sus sombras. Una estupenda fotografía narrativa de unos tiempos muy concretos en la literatura de género española. ¿Recomiendo? A tope.
La canción que más he escuchado esta semana. Ya te la había recomendado antes, pero yo insisto.
🧜♂️ Sirenas gays
Hace poco he descubierto el trabajo de Ego Rodríguez, ilustrador afincado en Londres. No voy a intelectualizar lo que no hace falta intelectualizar: sus dibujos me hacen sentir cosas, el homosexual en mí se revuelve frente a la mirada de estos peces mazados.
Os invito a visitar su página web. Me gusta como retrata la ternura marica, la sensualidad de lo masculino desde la fantasía. Me gustan las sirenas gays, qué le voy a hacer.
📚 Leyendo ahora, tocando algo vivo
Estoy disfrutando mucho de la lectura (audio lectura, en realidad) de Agua y jabón: apuntes sobre elegancia involuntaria (Anagrama, 2022). Me gusta la fragmentación del texto, notas diseminadas y aparentemente inconexas, ideas que se articulan alrededor de la literatura, el arte, el diseño, la moda, la elegancia. Es perfecto para un audiolibro, creo, porque puedes distraerte un momento y cuando vuelves al texto sigues ahí. No hay una trama que seguir. No requiere una atención precisa.
Me gusta, sobre todo, por lo revelador de algunas ideas. Riezu escribe con curiosidad y sabiduría, y creo que su mente es de esas que dibujan montañas de textos, discursiva, de las que navegan ideas. En algún momento escribe que leer ciertos libros nos despierta, que es como tocar algo vivo, la mente de su autor. Así se siente leer este libro, como tocar algo vivo.
Un extracto que me ha gustado especialmente, sin estar del todo de acuerdo:
Es ya el final de la tarde. Estoy en casa, sentada en el escritorio. Textos por hacer. Lentitud de glaciar. En un cajón de la cocina, guardo la morralla para momentos de crisis. A las 20:45 he sacado un tigretón, lo he colocado pulcramente encima del mármol y me he dicho: cuando cabes el texto te lo comes, como un premio. O sea, me trato a mí misma como un perrillo salta-aros del circo.
Hay que trabajar duro, apetezca o no. Y hay que identificar los años clave de una trayectoria profesional. Se van, y no vuelven. Y en un parpadeo, ya es tarde. Nos juzgarán por lo mejor que hayamos hecho, pero también por lo más reciente. Kallifatides: “como artista, eres lo que eres mientras haces, luego no eres nada, ni los perros te ladran cuando pasas”.
No se trabaja por dinero, ni por miedo, ni por vanidad. Se trabaja porque es la lectura más rápida de uno mismo. Yo nunca me he conocido mejor que al verme trabajando.
👋 Adiós, amiga
No tengo mucho que contarte. Mi vida no es muy interesante ahora mismo: leo, escribo, doy clases, paseo. Estoy vivo.
No sé muy bien qué hacer con este boletín, si te soy sincero. Creo que voy a bajar el ritmo de publicación y dedicarle más tiempo a la ficción. Quiero escribir una novela este verano, terminar de corregir otra.
No sé dónde estaré cuando vuelva. Pero tranquila, amiga: volveré. Nos vemos en Internet mientras tanto.
Un abrazo (o dos).
Ay, las tres cosas, que se me olvidan:
No tienes que decidir nada en el día de hoy. Puedes decidir mañana, o siguiente. Las grandes decisiones (y las pequeñas) pueden procrastinarse.
Puedes permitirte un día de no hacer nada. Ese día puede ser hoy.
Si te lo puedes permitir, deja el móvil en casa y ve a dar un paseo. Lo he estado haciendo estos días. Es alucinante lo que pasa en tu cabeza sin pantallas de por medio.
Te echaremos de menos.
Jajaja, no sé si seré capaz de encontrar la reseña que hice de Gothika cuando salió. No me agradó mucho el libro, no.
Por cierto, mi señor novio tiene Puentes puesto en bucle también 😂