Es súper impopular decir que uno se ha vuelto loco, ¿no? Quiero decir, que últimamente, la locura se ha desvalorizado muchísimo. Con todo lo que hemos aprendido socialmente sobre la salud mental, a mí ya no se me ocurre llamarle LOCO a alguien si no es de manera hiperbólica. Y no se me ocurre porque sé que LOCO es exactamente eso: una exageración ofensiva que simplifica algo complejo como son las enfermedades mentales.
Sin embargo, Ángel Martín habla haberse vuelto loco en su último libro, Por si las voces vuelven (Planeta, 2021). Y con razón. Antes os decía que no se me ocurriría llamarle loco a nadie a no ser que sea como una exageración semicómica. Bueno, pues el caso de Ángel Martín sería la excepción que confirma la regla. “Efectivamente, se te fue muchísimo la flapa, hermano”, le diría. Se volvió loco. Tarumba. Cucú bananas. Todos los sinónimos que encuentres.
Estamos hablando de una persona que sufrió un brote psicótico y pensó durante un tiempo que vivía en un universo paralelo, que estaba haciendo reír a los Monthy Pyton, que ya se había puerto, y por tanto, no podría morir nunca, o que su novia dirigido la peli de Wonderwoman (dejando constancia de ello en redes sociales). Cosas que encajan perfectamente en la concepción más clásica de zumbao. Y él lo dice sin ningún tapujo: solo en las primeras diez páginas la palabra “loco” aparece quince veces. Supongo que si eres tú el que habla de la locura es más fácil hablar de ella, ¿no?
En fin, sobre su experiencia perdiendo la chapa habla en este libro, y lo hace con un tono a medio camino entre lo serio y lo cómico, entre libro de autoayuda, biografía y monólogo del club de la comedia. Nada exigente, entretenido y conmovedor, que además aporta un testimonio bastante importante en los debates actuales sobre la salud mental: el de alguien que se volvió literalmente loco.
Hay bastantes reflexiones sobre la locura y la salud mental en este libro que me parecen valiosas, pero hay una que quiero destacar: LOS BENEFICIOS DE VOLVERSE LOCO.
Sobre esto, Ángel lo dice claro1: volverse loco es lo mejor que le ha pasado en la vida. Y esta es una opinión que hasta hace poco y sin contexto me habría parecido controvertida, por eso de que las enfermedades no están ahí para enseñarnos lecciones y que esas opiniones en realidad banalizan las propias enfermedades. Sobre esto, Ángel dice:
Cada vez que digo que volverme loco es lo mejor que me ha pasado, siempre hay alguien a quien parece que esa afirmación le asusta y trata de que recule un poco en mis palabras. Es como si haber pasado por algo así tuviera que ser obligatoriamente una experiencia trágica. Como si les molestara que hubieses disfrutado de estar pirado. Insisten en verlo como algo que deberías procesar como un gran drama, tratar de olvidar rápidamente y, a ser posible, no airear demasiado. Tengo la sensación de que mencionar en voz alta que en realidad me alegro mucho de haber tenido que pasar por algo así, a pesar de lo jodidamente duro que ha sido durante mucho tiempo, está mal visto.
En realidad, me parece que aquí está la clave del libro. Volverse loco le ha dado una perspectiva de la vida que ahora comparte con nosotros. Sus secretos de pirado, que pasan principalmente por:
La empatía. Volverse loco le ha hecho más empático, y ahora cada vez que ve a algún tipo haciendo cosas raras por la calle, no puede evitar preguntarse si él también escuchará las voces.
La reconstrucción. Volverse loco le ha permitido reconstruirse en otra persona, darse cuenta de algunas metidas de pata de su vida anterior y que ahora comparte con nosotros.
Y concluye con la idea de que no hace falta volverse loco o tocar fondo para aprender lo que él ha aprendido. De hecho, de eso va el libro, de lo que nosotros, personas cuerdas, podemos aprender de un exloco.2
Personalmente, no sé si termino de compartir la idea de que la locura (o cualquier enfermedad) tenga nada bueno que aportar. Viéndolo con retrospectiva, yo he sacado muchas cosas buenas de mis movidas mentales, pero habría preferido llegar a ellas por otro camino. En cualquier caso, os dejo con la reflexión: si habéis pasado por enfermedades mentales, ¿os han hecho mejores personas?
Con esta reflexión de deberes para casa, me marcho, no sin antes recomendaros que escuchéis el libro de Ángel Martín. Sí, que lo escuchéis. Podéis leerlo también, pero yo creo que el testimonio narrado por el propio autor le da un carácter que se pierde en el formato escrito. Lo tenéis en StoryTel.
Ojalá poder enseñaros la foto que le mandé a mi amiga Virginia cuando terminé de escuchar el audiolibro, pero Instagram ha decidido borrarla. Básicamente, una foto mía llorando.
Eso es lo que podéis esperar con este libro.
Y más de una risilla, también.
En serio, está muy bien. Escuchadlo, o leedlo, lo que queráis.
O mira, haced lo que os de la gana, a mí ya me da igual.
Me voy, que tengo a una alumna esperando en clase.
Normalmente a los autores les llamo por el apellido, pero después de haber escuchado este audiolibro y después de ver todas las mañanas los informativos de Ángel Martín en los que dice que me quiere mucho, no puedo tratarle como si no fuera mi colega Ángel.
Nótese la cursiva
Yo como fan de los noticiarios matutinos de este hombre, me lo compré prácticamente nada más salir. Lo tengo disponible también en el Kindle. Yo no me he vuelto vuelto loca, quizá al borde la locura. Ha sido increíble como me he reído de las absurdeces y, a la vez, he tenido que coger un lápiz y subrayar cosas que necesitaba escuchar. Este fragmento me hizo llorar como un bebé:
《Da rabia, preferirías que no hubiese pasado nunca, crees que la culpa ha sido tuya y que ya
nadie se fiará nunca más de ti para que le sirvas un café, pero la realidad es que le pasa a mucha gente muchas veces y, sobre todo, no significa que no sirvas para nada.
Solo necesitas un poco de tiempo, espacio y calma para asumir lo que ha pasado y empezar a remontar. Porque, aunque ahora mismo no lo creas, remontarás.》
A veces cuesta pensar que uno remontará de sus movidas mentales y ese fragmento fue como un abrazo dado desde el corazón.