La vida que me ha tocado
Sobre mí, y la vida que me ha tocado. Sobre Emily Dickinson y sobre Laura Makabresku. Y sobre mí, ¿o lo he dicho ya?
Amiga que me lees: Seis horas son las que me esperan dentro de un tren hasta llegar a Londres.1 Aquí te escribo, sacando fuerza de flaqueza para escribirte, porque soy consciente de que estas son las únicas horas que el fin de semana me regala para ello. Por favor, disculpa las erratas que puedas encontrar en este simpático boletín.
Sé que esto está a punto de convertirse en un meme, pero me han rechazado una beca de estudio doctoral. He perdido la cuenta de todos los rechazos que me he llevado, si te soy sincero, pero el número debe estar alrededor de quince. Quince mojones que me he comido en los últimos tres o cuatro años (también he perdido la cuenta). No tendría demasiada importancia, total, un rechazo más, si no fuera porque esta es, en teoría, la última beca que solicito: si sigo en el programa de doctorado, el año que viene no podré echarla.2
Tiene algo de agridulce, esta sensación. Saber que ya es definitivo, que nadie salvo yo mismo y mi familia me van a pagar las tasas universitarias. Ya no tengo que esperar nunca más un regalo que sé que no va a llegar, qué liberador. Y al mismo tiempo, es como tragar ceniza. El verme abocado a la precariedad académica, a la mediocridad, al tener que sacarle horas al día para trabajar en un proyecto que tal vez nadie —salvo mis supervisores, que para eso les pagan— lea jamás.
Pero como se suele decir: a llorar, a la llorería. Yo ya sabía dónde me metía cuando dije que sí al sistema académico. También sabía que tenía muy pocas posibilidades de ganar la beca. No en vano llevo detrás de ella tres añitos, cariño. Ahora, a lo hecho pecho. Por encima de todo, me siento afortunado de tener tiempo para hacerla, de tener a una familia que me apoya y un trabajo que me lo permite. Soy consciente de mi privilegio, de verdad.
Y sin embargo, por mucho que lo intento, no consigo terminar de eliminar esos pensamientos venosos que se imaginan esa otra realidad en la que me dieron la beca. Ahora estaría en Glasgow, muerto de frío, pero disfrutando de las ventajas de la financiación pública. Lo intento, de verdad, pero no consigo dejar de preguntarme qué es de ese otro Eduardo, el que triunfó donde yo fracasé. ¿Es más feliz? ¿Cómo se siente? ¿Qué está haciendo?
Hay una escena de la película Cinco lobitos en la que Begoña (Susi Sánchez) le dice a su hija Amaia (Laia Acosta) una frase en la que no dejo de pensar estos días:
Todas esas vidas que no vives son siempre perfectas, son ideales. Pero en algún momento hay que vivir la vida que te ha tocado.
A lo mejor te suena raro, pero pensar estas palabras me reconforta. Encuentro algo empoderante vivir la vida que me ha tocado. Vivirla con plenitud, con sus alegrías y sus putas mierdas. Habitarla con la tranquilidad de que es mía, y pese a todas mis limitaciones, no deja de ser mía la decisión de qué hacer con ella. Me resigno a mis pequeños fracasos, pero celebro que sean míos. Pequeñas piedras en un camino que solo uno puede recorrer. Quiero ejecutar todos esos pensamientos de vida alternativa, sabiendo que no están siendo vividas, y que lo único que importa es la de verdad nos ha tocado.
Perdóname, amiga que me lees, si me ha quedado un boletín muy ególatra. Pero bueno, al fin y al cabo es mí boletín, y hablaré de lo que me dé la gana <3
📋 Las cosas que te han tocado
A lo mejor ya la conoces, porque eres muy inteligente, pero me gusta mucho la revista Archiletras. Una revista de contenido filológico para el gran público. Recomiendo.
La palabra “balumba”: bulto que hacen muchas cosas juntas. A ver si la usas esta semana.
Esta entrevista que le han hecho a la escritora Ana Campoy. Me cae muy bien Ana Campoy. “La familia tradicional típica que siempre hemos conocido ya no supone un porcentaje tan alto como antes. No es que queramos normalizarlo, es que se ha normalizado ya.”
Esta colaboración entre Google y la Universidad Nebrija: el español más allá de las palabras. Se lo tengo que mandar a mis estudiantes, a ver si me acuerdo.
Esta canción, que nunca me parecerá nada más que chulísima:
🌹 Un poemita
Tengo pendiente meterme de lleno en la obra poética de Emily Dickinson, que sospecho que me cambiará para siempre. De Dickinson sé muy poco, que es una de las grandes poetas de la literatura universal, que escribía una poesía muy poco convencional para la época y que de sus 1800 poemas solo publicó a penas doce.
Me gusta mucho esa última parte: cómo la palabra escrita se hace camino a los lectores, casi como un milagro. Ahora la voz de Dickinson resuena en todas partes, como en este boletín. Me pregunto qué le parecerá que comparta este pequeño texto suyo aquí. Espero que no le importe.
Si yo puedo evitar que un corazón se rompa,
no habré vivido en vano.
Si puedo mitigar un sufrimiento,
o calmar un dolor,
o si quiera ayudar a un desvalido pájaro
a que vuelva a su nido,
no habré vivido en vano.3
🔎 Se buscan relatos
No sé si lo sabes, pero formo parte del equipo de la Revista Opportunity, la revista digital de la Asociación Pórtico. Publicamos unos tres o cuatro números al año con un relatos, artículos y alguna que otra novedad del mundo friki.
Y ahora, buscamos relatos. Si escribes cosas rarunas, podrías mandarnos algo. Más detalles, aquí.
Pero te lo resumo:
Género fantástico
Max. 1500 palabras
Fecha límite: 16 de enero 2024
¿Te animas! ¡Espero que sí!
📷 Para alegrar la vista
He descubierto por la casualidad el trabajo de Laura Makabresku, y qué maravilla, qué maravilla. Qué manera de combinar texturas en una fotografía. Porque sí, es una fotografía.
Te invitado a pasearte por su Instagram y alegrarte un poco la vista:
👋 ¡Adiós, amiga!
A no ser que me de una iluminación creativa, esta será mi última newsletter del año. Tengo pensado leer y escribir mucho durante estas vacaciones, y sobre todo, descansar. Nos leeremos en enero, no te preocupes. Mientras tanto, ya sabes dónde estoy (en mis redes sociales).
Mis tres cosas, las últimas:
Ahora que es época de regalar, recordemos esta reflexión que os regalé.
Recuérdale a Siri (o tu asistente virtual favorito) que te recuerde los cumpleaños. Se le da mejor que a ti recordar.
Un acertijo, que me ha costado resolver: Las mujeres no la tienen, pero los hombres sí. Los toros tienen dos, igual que un obispo.
Es divertido leer esto en retrospectiva porque lo escribí justo al comienzo de mi viaje, que acabaría durando tres horas más por cuestiones de trenes cancelados y transporte público británico. Llegué a mi casa a las 12.
Long story short: los alumnos de segundo no pueden echarla porque se entiende que ya no les queda tiempo para disfrutar de las ventajas de la beca.
Traducción de José Cereijo y María Taibo.