Kurt Vonnegut tiene algo que decirte
Sobre transformarse (como Rosalía), sobre Kurt Vonnegut, y sobre mi movida, como siempre.
Voy a empezar este boletín con la verdad por delante: nunca he leído a Kurt Vonnegut.
— Pero Eduardo, ¿vienes a hablarnos de Kurt Vonnegut y nunca has leído a Kurt Vonnegut?
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La cuestión es que una vez estuve a punto, a puntito de leer a este señor. Estaba en mi último año de mi carrera, Estudios Ingleses en la Universidad de Valencia, y la profesora Carme Manuel (catedrática de literatura norteamericana, una señora por la que tengo admiración profunda), nos dejó escoger un libro para hacer un trabajo. Nos dio a escoger entre:
Their eyes were watching God, de Zora Neale Hurston1
El pájaro pintado, de Jerzy Kosinski
Matadero 5, de Kurt Vonnegut
Y uno más que no me acuerdo. Han pasado ya seis años, ¿vale? Puede que sea La casa de la alegría, de Edith Wharton. pero no prometo nada.
Entonces yo ya estaba interesado en literatura de ciencia ficción, por lo que lo lógico habría sido escoger al amigo Kurt, que utilizó el género de la cifi para escribir esa novela antibélica convertida en clásico de la narrativa estadounidense, Matadero 5 o la cruzada de los niños (1969).
Pero no. No sé qué mosca me picó que acabé leyendo la novela de Kosinski, un novela durísima sobre un niño deambulando por la Europa del este devastada por la guerra, y que además enfrentó acusaciones de plagio cuando se publicó en 1969.2
No pasa nada, seguro que me dije. Me la leeré en verano.
Pero el tiempo pasó y la novela de Kurt Vonnegut se perdió en el mar de los libros por leer. Cuando me enteré de Blackie Book reeditaría la novela, volví a pensar en leerla, pero de nuevo la vida se me llevó por delante. Y el otro día, cuando me encontré en Twitter esta carta de Kurt Vonnegut de la que hoy os hablo, pensé que ya era hora de leer la maldita novela del autor estadounidense.
Pero mira, chica, yo ya he asumido que la vida tienes sus planes.
Hoy por ahora os hablo de esta carta.
Para las ignorantas del grupo, Kurt Vonnegut (1922 - 2007) fue un autor estadounidense que vivió en primera persona los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Fue prisionero de guerra y vivió el bombardeo de la ciudad de Dresden. Esto tuvo mucha influencia en su obra, particularmente en la novela que le lanzó al estrellato literario, Matadero 5. Fue increiblemente respetado y de él se ha dicho que de la misma forma que se lee a Mark Twain para entender el siglo XIX, ha de leerse a Kurt Vonnegut para entender el siglo XX. “Siempre trato de escribir sobre personas normales que tratan de ser decentes en un mundo indecente”, dijo en una ocasión.
En 2006, un grupo de estudiantes de la escuela Xavier de Nueva York escribió cartas a sus autores favoritos como parte de un trabajo. Entre esos autores se encontraba Kurt Vonnegut, que tuvo el detalle de responder a los chavales con la siguiente carta:
Gracias por sus cariñosas cartas. Sin dudas, sabéis cómo alegrar a este viejo (84) en su ocaso. Ya no hago apariciones en público porque me parezco demasiado a una iguana.
Además, lo que quiero deciros no llevaría demasiado: practicad cualquier arte, música, canto, danza, actuación, dibujo, pintura, escultura, poesía, ficción, ensayos, reportajes. Da igual si lo hacéis mal o bien, no lo hagáis para obtener fama o dinero, sino para transformarse, para averiguar qué lleváis dentro, para que os crezca el alma.
¡En serio! Empezad ahora mismo. Haced arte, y hacedlo durante el resto de vuestra vida. Haced un dibujo o una caricatura de la Srta. Lockwood y regaládselo. Volved bailando a casa después de la escuela, cantad en la ducha, y así con todo. Dibujad una sonrisa en el puré de patatas. Jugad a ser el Conde Drácula.
Tengo una tarea para que hagáis esta noche, y ojalá que la Srta. Lockwood os suspenda si no la hacéis: escribid un poema de seis líneas sobre cualquier tema, pero que rime (el tenis nunca es justo si no hay red). Ponedle ganas, hacedlo lo mejor que podáis, pero no le digáis a nadie lo que estáis haciendo. No se lo enseñéis ni se lo recitéis a nadie, ni siquiera a vuestra novia, a vuestros padres o a la Srta. Lockwood, ¿vale?
Rompedlo en pedacitos y tiradlo a la basura. Descubriréis que ya habéis sido gratamente recompensados por vuestro poema. Os habréis transformado, habréis aprendido mucho más sobre lo que llevan dentro y os habrá crecido el alma.
Kurt Vonnegut
La idea que subyace detrás de esta carta me parece una de las lecciones más importantes que se pueden aprender.
Mira, yo tengo la suerte de tener vocación artística. Vuestra amiga Eduardo Norte no canta ni baila, pero escribe, y creo que eso me ha venido muy bien para agarrarme al volante bien cuando vienen curvas. Me ha permitido entenderme, imaginar(me) y procesar mis movidas tranquilito y sin presiones.
Pero últimamente estoy teniendo la mala costumbre de compartir lo que escribo con otras personas, y peor todavía, la pretensión de ver publicado lo que escribo y ganar con ello.
El horror. Porque una cosa es hacer arte para transformarte, para conocerte mejor, y otra muy distinta escribir por trabajar. Sobre esto precisamente hablaba el escritor Fer Alcalá en su Twitter, sobre el impacto mental de eso que llamamos “escribir para publicar”.
Ayer le decía a mi amiga Manu (hola, Manu3) que la otra noche me desperté de madrugada con ansiedad y no me pude volver a dormir. En parte porque tenía mucho trabajo, pero en parte también porque últimamente no estaba escribiendo lo suficiente, y temía no llegar a terminar una novela para un concurso al que quería presentarla.
Lo cual, si lo piensas, es una gilipollez, como casi todas las cosas que no me dejan dormir.
Porque está muy bien tener ambiciones y que te paguen por lo que trabajas, pero mejor está vivir tranquila y apreciar lo bueno. Y lo cierto es que las horas que he pasado escribiendo la novela, tranquilita y bebiendo café, ya no me las quita nadie, y son realmente el regalo del arte.
Así que gracias, Kurt Vonnegut, por recordármelo. Nunca leeré tu novela (para qué engañarnos), pero ese consejito de amiga que me has dado nunca lo olvidaré.4
CaFÉ PARA TODAS
Últimamente voy por cuatro cafés al día, de media.
Entro en clase acelerado y les digo a mis estudiantes los cafés que llevo para que sepan lo que van a esperarse. Así es como estoy midiendo la cantidad de curro que tengo. Por cafés.
Que haya empezado a seguir a una cuenta de Instagram que se llama COFFEEBRO0, no augura nada bueno.
Que os la esté recomendando, tampoco.
¿Me habéis puesto una vela ya?
Por el doctorado, digo.
La semana pasada eché la 8ª propuesta de beca doctoral en lo que llevo de curso, y vengo necesitando una validación académica.
No tiene pinta de que la vaya a recibir.
Ya que esto del doctorado me está jodiendo la vida antes de empezarlo, puedes ayudar a sentirme mejor:
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Kosinski es una figura bastante interesante. Dijo que los hechos de su novela The Painted Bird eran autobiográficas, pero tuvo que retirarlo con el tiempo. La novela fue acusada de plagio y el autor se suicidó en 1991. Este artículo del New Yorker repasa su vida.
Mi amiga Manu acaba de publicar un libro de maricones y magia que es *chef kiss*: Todos mis santos.
UPDATE importante: recientemente compré la novela y mi progenitora confirma que ya ha llegado a la base secreta de Movidas Bookclub (España).