Una mañana en la Almudena
Sobre cementerios, Mariana Enríquez, historias sin contar y sobre mí.
Amigas, me vais a disculpar que me ponga un poco oscura en el día de hoy, porque vamos a hablar de cementerios y de muertes. Tal vez no sea lo que más te apetezca leer un domingo por la mañana, pero es el tema que he elegido y tuya es la decisión de leerlo o no.
Yo lo leería. Pero claro, yo no soy objetivo.
La elección del tema no es casual. Es porque estuve leyendo Alguien camina sobre tu tumba (Anagrama, 2021), de Mariana Enríquez, una colección de crónicas que relata las visitas de la autora a cementerios del mundo. Sin recrearse morbosamente en lo macabro (aunque con excepciones: es un libro sobre cementerios), Enríquez nos habla de personajes ilustres, de leyendas, de historia, de literatura y de arte — todo eso inherente a un camposanto —, al tiempo que reflexiona sobre la muerte y sobre la vida. “Caminamos sobre muertos constantemente, seamos conscientes o no”, nos dice. Y es verdad.
Yo ya visitaba cementerios antes de leer este libro. Siempre que he creído que los cementerios son un reflejo de una vida, que guardan muchas historias. En los nombres, en las lápidas, en los años: todo encierra una vida por la que siento interés. Este ensayo de Enríquez no solo ha satisfecho mi deseo de conocer cementerios extranjeros, también me ha dado un mapa para visitarlos. Qué buscar, en qué fijarse, cómo reconstruir esa historia muda que es una lápida.
Un mes después, por casualidad, estuve en Madrid de visita y me empeñé en visitar dos cosas: el Museo del Prado (obligatorio), y el Cementerio de la Almudena. Absolutamente influenciado por la Enríquez, quise visitar el cementerio principalmente por curiosidad, pero también —de esto me di cuenta más tarde— para contároslo.
Visitar cementerios mola, pero compartirlo mola más.
España es un país dividido. Imagino que todos lo son, de una manera u otra, pero como soy español hablo de lo que sé. España es un país dividido y esto se ve de maravilla en el Cementerio de la Almudena, en Madrid. Considerado el Cementerio más grande de Europa Occidental (!!!), tiene unas 120 hectáreas que guardan los restos de aproximadamente cinco millones de seres humanos. Fue inaugurado en finales del siglo XIX, el camposanto ha sido expandido varias veces a lo largo de su historia e incluye los territorios del Cementerio Hebreo y el Cementerio Civil, dos partes bien distinguidas de la zona principal por una larga avenida.
Hasta 1978, si una era contraria al rito católico (por ideología o por confesión) se te enterraba en esa tierra no bendecida. Así, allí se encuentran las tumbas de personajes históricos contrarios catolicismo como Pablo Iglesias (el fundador del PSOE), la Pasionaria, Pi i Margall, entre otros. Mientras tanto, en la otra parte del cementerio tienes enterrados a Millán Astray, a los nazis de la Legión Condor, a los caídos en la División Azul, esos españoles que lucharon en el bando del eje. La Avenida Daroca separa estas dos realidades: las banderas rojigualdas de las tricolores, las cruces de las estrellas y las odas a dios y a la patria de, no sé, lo que crea una.
El turismo de tumbas se hace muy entretenido aquí. Casi inacabable: ahora, investigando para esta cartita, me encuentro con tumbas de personas que conocía y que no visité por desconocimiento. Emma Penella, Forges, Francisco Umbral, Lina Morgan. No visité ninguna de estas tumbas, sobre todo por tiempo. Son 120 hectáreas, amiga. Qué esperabas.
Hice muchas fotos, porque ese mar de tumbas era realmente bonito. Las esculturas de ángeles y mujeres tristes son habituales. Sí visité —casi por casualidad— las de Almudena Grandes, Vicente Aleixandre y Pérez Galdós. En la de Almudena Grandes dejé un lápiz, una pequeña ofrenda.
Hubieron dos tumbas que me impresionaron mucho y que os quiero enseñar.
La primera, no muy lejos de la de Almudena Grandes, es esta, que creo que habla por sí misma:
La segunda, cerquita de la de Pablo Iglesias (el socialista), es esta:
Os decía que una de las razones por los que me gusta visitar cementerios es porque hay historias en cada tumba, a veces historias por contar. Estos son dos ejemplos contrarios: en la primera, una historia que trató de borrarse y se empeñó en ser recordaba, por cabezonería y justicia; en la segunda, una historia olvidada que insiste en ser olvidada.
Hay algo de justicia en tener una tumba, aunque sea anónima y nihilista, aunque guarde una historia olvidada.
Mariana Enríquez cuenta que su tumba favorita está en el Cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires. La describe como una aguda pirámide sin cruces ni ningún símbolo cristiano, con una puerta de hierro, sin barrotes. tiene grabadas las siguientes palabras: “Aquí no hay nada. Solo polvo y huesos. Nada”. Enríquez cuenta que es ahí donde le gustaría descansar, una vez haya muerto. Quiere que sus amigos arrojen sus cenizas ahí, en esa tumba nihilista (que no anónima — la pirámide de la Recoleta guarda los restos de Mendoza Paz, fundador de la Sociedad Protectora de Animales).
Me pregunto quién descansar en esa tumba de la Almudena, alguien que suscriba esas palabras. Nada hay después de la muerte.
📋 Las cosas muertas
Sigo en mi etapa almodovariana y esta semana he visto ¡Átame!, protagonizada por Victoria Abril y Antonio Banderas. No me entusiasmó, pero nunca olvidaré la última escena: icónica.
Esta columna que escribió Almudena Grandes en 2021. La encontré por casualidad revisando las revistas de mi departamento.
Acabo de terminar Dientes rojos, de Jesús Cañadas. Una novela de terror sobre masculinidades y feminicidios. Bastante dura de leer. Agradecí el prólogo de Elisa McCausland, que viene a decirte que no es la mierda machirula que parece en las primeras páginas.
Ando leyendo Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel. 40 páginas llevo, pero ya me ha cambiado un poco. Lemebel escribía como los ángeles, no hay otra manera de decirlo.
Esta es una recomendación muy poco yo, pero es la que traigo esta semana. Si vas al gimnasio o haces deporte en casa, la aplicación Gymshark está muy bien. Pese a lo masculino del título (ew), me gusta mucho cómo está organizada y cómo te permite crear tus propios entrenamientos. Está en inglés, eso sí.
Mi obsesión musical del momento también es mi obsesión literaria. Estoy escribiendo una novela sobre una drag queen en el espacio que es, exactamente, esta canción:
☕ Los cafés
En estas palabras te convenzo de que echarme unas pesetillas es una cosa que mola, pero la verdad es que no tengo tiempo ni ganas así que me voy a limitar a copiar y pegar un lorem ipsum y tú ya verás qué haces, si me das dinero o qué, como quieras.
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¿Te he convencido? Pues hala, aquí está el link:
👋 Adiós, amiga
Amiga, me propuse acabar de escribir una novela este mes de abril y no lo estoy consiguiendo. También me dijeron que me darían una respuesta sobre la beca doctoral este mes y tampoco ha pasado. Tengo mucho trabajo. Estoy nervioso y cansado. Pero aquí sigo. Cada domingo, contigo. Gracias por estar ahí.
Tres últimas cosas:
Cuando salgas a tomarte algo con tus amigas, recuerda estas palabras: no te tomes la última bebida. Siempre es un error.
No te exijas demasiado cuando estás baja de energía. Es un consejo de perogrullo, pero no viene mal recordarlo.
Se me han acabado los consejos, pero te mando un beso. Nunca está de más un beso de una amiga.