Los ricos también lloran pero... ¿no nos dan pena?
Hablamos de series de ricos y del wealth porn.
La gente rica me da un poco de morbo, no voy a mentir.
Más que morbo, es curiosidad, por saber cómo viven, qué hacen con su dinero, de dónde han sacado el dinero, cuánto trabajan y, sobre todo, si son felices. ¿Están satisfechos con la vida que llevan? ¿Cómo se levantan y se acuestan cada mañana? ¿Podrán dormir bien con el peso de la riqueza sobre los hombros?
La proliferación de series, películas y contenido sobre ricos en los últimos años me indica que no estoy solo en esta movida. De hecho, se ha acuñado el término “wealth porn” para explicar este fenómeno, que vendría siendo fascinación por despliegues obscenos de riqueza. Pensad en tener un jet privado, o tener servicio en casa 24/7, o ir en taxi a trabajar, o vivir en una casa palacio digna de un programa de Quién vive ahí.
Sobre el wealth porn, el sociólogo Rowland Atkinson apunta en su libro Domestic Fortress :
I suppose the most trite and obvious observation is that [wealth porn] is a form of escapism, particularly attractive at times when people are facing money pressures in their lives
“Supongo que la observación más obvia y trivial es que [el wealth porn] es una forma de escapismo, particularmente atractiva cuando la gente se enfrenta a presiones económicas en sus vidas”1
Pues sí, Atkinson, un apunte bastante evidente. Nos gustan las series de ricos porque nos gusta fantasear y escaparnos de nuestra vida de mierda en la que una subida de la luz nos jode el mes. Así estoy yo, llevándome termos de café a la universidad para ahorrarme tres libras al día, para luego llegar a casa y flipar con la fiesta de cumpleaños que se monta Kendall Roy en Succession.2
Nos causan fascinación y nos empujan a la fantasía. Ver Succession para mí ahora era como leer Harry Potter con quince años. Es la misma sensación, pero más jodida porque la vida apremia más y la fantasía es más frágil.
Y Succession es solo un ejemplo. Hay muchísimas series, películas y realities sobre ricos, y son buenas. Aquí una lista.3 Y me parece de puta madre que existan, porque yo siempre estoy a favor de la fantasía y la ensoñación, aunque sea una fantasía frágil y una ensoñación de mierda.
Se viene un pero.
¿Listas?
[redoble de tambores]
PERO tengo un problema con estas series, y es que nos quieren vender la clásica obviedad de que los ricos también lloran sin abordar las condiciones materiales e ideológicas de sus riquezas. Es decir. Vale, Kendall Roy tiene pasta suficiente como para irse de paseo en helicóptero todos los días, ¿pero la serie lo cuestiona? ¿lo critica? ¿Nos quiere vender al hijo pródigo de la familia como un héroe, o nos presenta un relato aséptico y despolitizado de la clase alta4?
En otras palabras, me preocupa que estemos normalizando estos relatos de ricos asquerosos gastándose su sucio dinero en mierdas mientras al resto del mundo (a ti, y a mí) no nos da para un café al día.
—¡Pobrecita Lady Di en Spencer, qué mal lo pasaba en uno de sus muchos palacios, todos llenos de gente horrible, horrible! —exclamamos.
No lo compro. Me la suda la anorexia de Lady Di si no se cuestiona su riqueza y su privilegio social inherente a su clase, sorry not sorry.
Toda ficción sobre la riqueza en la que no se cuestiones la propia riqueza, para mí, no hace más que contribuir a la desigualdad social.
Y voy a decir más: Me parece muy sospechosa la proliferación de este wealth porn en un momento de tantísima precariedad social, que cada vez es más difícil acceder a la vivienda o irse de vacaciones. Ahí os dejo la reflexión conspiranoica.
Desde luego, a mí los ricos lloran y no me dan pena, y me parece urgente cuestionar la representación de la riqueza en las series que consumimos. Pero os dejo la reflexión de deberes para casa: ¿estáis de acuerdo conmigo? ¿os dan pena los ricos cuando lloran?
Y hasta aquí mi reflexión sociocultural de la semana, amigas.
Un abrazo fuerte y NO LLORÉIS POR LOS RICOS.
Por cierto, este artículo sobre Succession y su contraparte español, Inditex, está muy interesante.
En este enlace hay una cita de Marc Giró que quiero destacar, para vuestra reflexión:
“La clase alta no sabemos qué hace, no sabemos dónde tiene el dinero, a qué se dedica, con quién folla, cómo lo hace: ¡no sabemos nada! [...] No están a nuestro nivel. Ahora ya no es alta la clase, ahora es supersónica. La clase alta es inmensamente rica y está agazapada y escondida, un truco que utilizan muy bien para jodernos a nosotros. [...] Y si los ves no son tan ricos como nos quieren hacer creer”
O la clase supersónica, como dice Marc Giró