Amiga, te escribo hoy desde un coche en marcha, a tope de biodramina para no echar la pota y con un par de horas de viaje por delante, así que no esperes reflexiones inteligentes maravillosas por mi parte, y espérate una o dos erratas.
De hecho, es bastante sorprendente que esté escribiéndote hoy. Entre trabajo, reuniones sociales y circunstancias vitales, el único momento que he podido utilizar para escribirte es durante trayectos, pausas muertas, espacios vacíos en el calendario semanal.
Hace unos meses me habría rendido a la evidencia de mi mala gestión y me hubiera pasado esos trayectos tranquilito, escuchando un podcast y pensando en las vistas que la carretera me ofrece. Porque, como os he dicho alguna que otra vez, lo más importante es estar tranquila.
Pero el otro día escuché a Marc Giró decir que la ansiedad es señal de que estás haciendo las cosas bien, de que estás alerta, de que te estás moviendo. Y que si estás aplatanada, demasiado tranquila o acomodada, a no ser que seas rica, es mala señal.
Yo estaba cortando patatas mientras le escuchaba, y podría haberme cortado un dedo, porque me quedé embobado reflexionando sobre esto.
Amigas, no quisiera yo romantizar algo tan serio como los trastornos de ansiedad, ni que me toméis por un coucher sicológico barato que da consejos de tres al cuarto, pero la idea de que la ansiedad podría ser una señal de buena praxis vital me retorció una parte del cerebro. Y quería compartirlo con vosotras.
Yo sigo sosteniendo la tesis de que lo más importante es estar tranquila, dormir bien por las noches, y vivir a gusto en este cuerpo que habitamos. Pero la vida son ciclos, fases, y si a veces tenemos un pico de ansiedad a lo mejor es porque estamos alerta, listas para meter una patada, trabajando mucho por conseguir algo. Una señal de que vamos por el buen camino, de que estamos en movimiento. Me pareció un consuelo decente con el que batallar mis propias ansiedades.
O tal vez no, yo qué sé, voy a 100 kilómetros en un coche sucísimo y luchando por no marearme. Milagros, a Lourdes.
📋 Cosas milagrosas
La charla de Marc Giró que os comentaba antes. Estupenda para cortar patatas. Adoro cómo desvaría, cómo se va por las ramas y cómo se ríe. Ojalás tomarme una cerveza con él.
Sigo leyendo Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez. Hablaremos sobre esta novela en el futuro, pero por ahora os adelanto que está siendo un goce sentarme a leer como hacía mucho que no me pasaba.
Ya lo he recomendado, pero lo vuelvo a hacer: la newsletter de Carmen Pacheco es de mis cosas favoritas de leer en internet. Especialmente la última, que guarda la descripción que hizo Carmen Laforet de la poesía: “La poesía es cuando uno tiene dentro de sí una verdad y consigue sacarla fuera”
Estoy disfrutando mucho de los vídeos de Judith Tiral en general, pero sobre todo de este sobre animales exóticos con un veterinario especializado. Que no te engañen sus títulos de clicbait: las conversaciones que tiene con la gente que trae son muy interesantes y divulgativas.
Esta canción:
✨ Palabras bonitas
En Nuestra parte de noche he leído esto sobre un personaje: “a veces la combinación de palabras bonitas le hacía llorar”.
Aquí una combinación de palabras bonitas para que lloréis, un poema que tenía guardado en las pestañas del navegador desde hace milenios, y que me saltó por error al teclear “miguel”. Qué cosa tan bonita, ¿no? Poemas que guardó mi yo pasado, que reencuentro por casualidad y que ahora comparto con vosotras.
Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda.¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío, de Miguel Hernández
👋 Adiós, amigas
3 últimas cosas, antes de irme:
Ve a dar un paseo sin móvil. Fíjate en la gente, escucha a los pájaros, invéntate una historia, abúrrete. Igual te viene bien.
Ponle canela al café. Está rico, ya verás.
No escribas mientras viajas. Si puedes. Disfruta del paisaje, abúrrete. Acepta este consejo.