Bibliotecas como herramientas 📚
Sobre la biblioteca de Umberto Eco, sobre leer y comprar libros, sobre mí
Te lo adelanto, amiga, para que lo sepas: si me invitas a tu casa, voy a mirar tu biblioteca1. Primero echaré una mirada rápida, sutil, que tal vez aprecies, y en cuanto me dejes solo me levantaré y me pasearé por los lomos de los libros que habitan tus baldas. Intentaré ver más allá de esos trozos de papel con letras impresas, buscándote, consciente de que hay mucho de ti tanto en los libros que has leído como en los que todavía no has leído. Conocerte a través de tus libros, leídos o por leer.
Es esta curiosidad, tal vez un poco malsana, la que me llevó a encontrar la serie de la vídeos “En la biblioteca de…” y más tarde, aquel famoso vídeo de la biblioteca de Umberto Eco. El hombre, ya mayor, recorriendo labertintos y laberintos de estanterías.
Es posible que no conozcáis a Umberto Eco, pobrecitas mías. Eco fue lo que en el mundillo humanistico se conoce como un putísimo amo. Es imposible comprimir su contribución en unas líneas: escritor, pensador, ensayista, filósofo y curiosamente, entretenido. Cuando murió Eco, en 2016, el escritor César Mallorquí dijo que “el nivel mundial de inteligencia ha descendido varios puntos”2.
La cuestión es que Umberto Eco tenía una biblioteca de más de 30.000 libros. “Dejé de contarlos hace mucho”, dijo. “Son demasiados”. Hay un vídeo famoso que recorre la biblioteca de Eco, que se antoja laberíntica, inacabable, muy lejos de las dos estanterías kallax que atesoran mis librillos.
Se dice que podía dividir a los visitantes de su biblioteca en dos grupos: aquellos que preguntaban “Hostia, Umberto, tío, ¿te los has leído todos?3” y aquellos que entendían que una biblioteca no es una exhibición ególatra de conocimiento sino una herramienta de aprendizaje. En ese sentido, según el ensayista Nassim Nicholas Taleb, los libros que no hemos leído tendrían más valor que los que hemos leído.
Esta tesis se ha expandido por la pocha esfera de creación de contenidos literarios como una mala gripe: La antibiblioteca, Umberto Eco, el valor de los libros no leídos, el (puto) tsundoku4… Con una búsqueda rápida encontraréis una serie inacabable de textos que regurgitan las mismas ideas. Y no me extraña nada. Resuena con nosotras en este siglo porque comprar libros es más fácil, más rápido y a veces más placentero que leerlos.
Si bien estoy de acuerdo con los conceptos generales, y entiendo el valor de los cientos de libros que tengo por leer, no me gusta lo que veo detrás: una indulgencia al consumo inacabable de literatura. Comprar antes que leer. La opresiva prevalencia de la novedad.
Me gusta comprar libros porque me gusta leerlos, a veces me tengo que recordar eso. Comprar para leer.
Lo digo porque a veces siento que el mercado editorial y la lógica del sistema, de la que formo parte, nos empuja a lo primero más que a lo segundo. Porque siento que me ahogo en las lecturas pendientes y en las compras antes de nadar en la lectura, que es lo que realmente me gusta hacer.
Este año voy a intentar leer más y comprar menos. No para convertir mi biblioteca en un despliegue ególatra de capital cultural, sino para seguir construyendo mi herramienta de aprendizaje, mi fortaleza de letras y conocimiento. Aprender de los libros por leer, por supuesto, y sobre todo, de los leídos.
Lo siento, chicas, otra vez me he puesto intenso.
Acabo con un chiste:
Eliminar correos no deseados es muy fácil: spam comido.
📋 Cosinas, cosillas, cosas
Este artículo de Rosa Montero, de hace un tiempo. Deseos y sueños para 2023, el optimismo hecho letra.
El trabajo de Dragons of Wales, un ilustrador de dragones y dinosaurios. Me flipa.
Hoy, en #pornoinmobiliario, este vídeo de un microapartamento en Londres. Sé que a veces romantizo el vivir en casas pequeñas, que en realidad vivir en un apartamento así sería un infierno. Me da igual. El apartamento es precioso.
Ya os he recomendado el podcast de ficción “Un mundo violento” alguna vez. Frikis en el apocalipsis, muy bien narrado y producido. Disfruté mucho de la primera temporada y ahora buscan mecenas para su segunda temporada. Te pido ya no que contribuyas, que también, si no que lo escuches. Te va a molar, ya verás.
El blog de César Mallorquí, la Fraternidad de Babel. Uno de mis rincones de Internet favoritos.
Este vídeo de Judith Tiral en el que entrevista a 72kilos, el artista que sube una viñeta al día. Lecciones de creatividad.
Esta canción:
🛸 Poesía cifi
Estos versos de Gloria Fuertes:
Recordar que los ovnis
(como ciertas amistades)
no vienen a lo nuestro
sino a lo suyo
🔪 La venganza
Todavía con resaca del tema de la semana pasada, estos días me he topado con este cuadro.
No seáis tímidas, amigas: ampliad la imagen, haced zoom en esos chorros de sangre que se salen de la pantalla. Esta pinturaza de Artemisa Gentileschi sobre la historia de Judit, que se cargó a Holofernes para salvar a su pueblo, es una para recordar.
👋 Adiós, amigas
Tres últimas cosas que tal vez te ayuden:
Si usas los descansos del trabajo para buscar curro, es que algo no funciona. Sigue buscando curro, pero sobre todo, pregúntate qué no funciona.
Beber café después de las cinco es un error. ¿Quieres dormir por las noches, o no?
Bájate un día a desayunar a un bar con una novela. Márcate una buena hora de descanso público, al sol. No te lleves cascos, escucha a la gente, el ruido.
Entiéndase biblioteca como término amplio: desde una habitación en sí misma, a la balda de encima del sofá, pasando por todo el mobiliario y posibilidades de en medio.
Fuente: Umberto Eco, la Fraternidad de Babel
Probablemente no le dijeran exactamente estas palabras, pero me entendéis.
Tsundoku, en japonés, es dejar libros comprados sin leer, apilados. Es también carne de contenido simplón y vacuo para redes sociales.
Muy identificado con este post y esa necesidad de comprar libros cuando tienes muchos pendientes. Yo también estoy tratando de comprar menos este año, aunque no siempre lo consigo.
Gracias por dar voz a estos pensamientos, Edu ❤